El verano de 2010 será recordado por el aterrizaje de Llorenç Serra Ferrer y su grupo en el Real Mallorca y por una manifestación contra la UEFA que reunió por las calles de Palma a 1.500 personas un caluroso 27 de julio. Estaban en el punto de mira la UEFA del ahora inhabilitado Michel Platini y la Real Federación Española de Fútbol del incombustible Ángel María Villar. Pero gran parte de la ira de los manifestantes se dirigió contra el Villarreal, club que había activado la denuncia que acabó con la expulsión, por deudas, del conjunto bermellón de la Liga Europa, competición que se había ganado jugar tras una gran campaña.

Al margen de la habitual guerra de cifras -3.000 personas, según la Federación de Penyes que entonces presidía Xisco Bauzà, y 800 según la Policía Local- fue una demostración de fuerza del mallorquinismo que, como era previsible, no ablandó a los responsables federativos ni de Madrid ni de Nyon, que se mostraron inflexibles a la hora de suspender la participación del Mallorca en la segunda competición continental.

La marcha se fraguó por una iniciativa espontánea de varios aficionados nacida en las redes sociales. Cada vez más aficionados anunciaban su presencia en la protesta y finalmente pactó caminar unidos por un mismo lema: 'UEFA FAIR PLAY PLEASE'. Detrás de la pancarta se colocó Jaume Cladera, entonces vicepresidente segundo del club; y representantes políticos como el actual vicepresidente del Govern Biel Barceló y la que fue alcaldesa de Palma Catalina Cirer

Los manifestantes abarrotaron los 200 metros que separan la rotonda de Ca'n Blau de la sede de la Federación Balear de Fútbol. Allí se produjeron los momentos más tensos de la protesta, con varios mallorquinistas profiriendo insultos de calibre contra Villar. Y claro, la peor parte se la llevó el presidente del fútbol balear Miquel Bestard, que tuvo que salir a la puerta de la sede federativa a defender a su jefe: "Sabía que ocurriría algo así, no me sorprende", dijo sobre los insultos. "Pero quiero recordar que la RFEF otorgó la licencia al Mallorca. Es la UEFA la que se la ha quitado", añadió el máximo mandatario del fútbol balear, en defensa del presidente de la Española.

Lo cierto es que el Mallorca calculó una pérdida de 2,5 millones de euros por no jugar la fase de grupos de la Liga Europa. Ni tan siquiera la petición del presidente del Govern Francesc Antich a Platini para que dejara jugar al Mallorca surtió efecto.