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Análisis

Un proyecto ambicioso e ilusionante

La primera jornada de Robert Sarver en Palma fue como la de un fantasma. Solo se le pudo ver ya avanzada la noche, entre un viento infernal, dentro del vehículo que le llevaría a su hotel. Esto no quita para que el proyecto que se inició ayer sea ilusionante por ambicioso. Los que han llegado no son unos cualquiera. Son profesionales de la NBA. Casi nada.

La llegada del norteamericano es a priori una buena noticia. En primer lugar porque lo hace con dinero fresco y dispuesto a invertirlo en el club, y después porque es difícil hacerlo peor que en las últimas temporadas, la actual incluida. Estaría bien que el nuevo mandamás explicara cuál será su proyecto y sus intenciones de presente y de futuro para con un club que diez mil abonados sienten como suyo. El sentimiento en el fútbol todavía importa. Y tampoco estaría de más que el decepcionante Claassen contara con pelos y señales en qué condiciones se queda y qué piensa hacer con su estratégico veinte por ciento. En su breve etapa como accionista mayoritario no ha puesto en práctica una de sus máximas, la transparencia. Aunque un poco tarde, todavía está a tiempo de despedirse de la primera línea de una manera digna.

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