Claassen, que hace no tanto criticaba la falta de transparencia de los anteriores gestores de la entidad, alcanzó ayer el mayor de los despropósitos al no dar ningún tipo de explicación a la presencia de Robert Sarver en el palco del Martínez Valero. O sí, una, pero escasamente convincente. A pregunta del enviado especial de este diario, a quien se dignó descolgar el teléfono, le dijo que Sarver "es un amigo" y que vio el partido del Mallorca como tal. Con el propietario de Phoenix Suns a su lado se ha delatado. Cuesta creer que el norteamericano aterrice en el Mallorca para no tener el control del club, es decir, ser el accionista mayoritario. Y si es así, Claassen habrá roto, en solo 365 días, la promesa de que su permanencia en el club sería a largo plazo. "No he invertido tanto tiempo y dinero para estar un corto periodo", dijo hace ahora un año en entrevista a este diario.
En cuanto al partido de ayer, más de lo mismo. El Mallorca arrancó un punto justo, pero afortunado, ya que el único gol llegó en propia puerta. Al término del encuentro, dio la impresión, una vez más, de que el equipo podría haber regresado con los tres puntos si se hubiera contado con un delantero competente. Con tan poca pólvora es comprensible que el equipo no haya ganado todavía un partido lejos de Palma. Todavía están a tiempo.
