Brandon Thomas volvió a demostrar ayer que es el único jugador de la plantilla capaz de marcar la diferencia. No marcó, pero estuvo muy cerca. Y la poca alegría que, una jornada más, exhibió el equipo en el aspecto ofensivo, nació de sus botas. Empezó bien, con descaro, buscando desbordar a cuanto le salía enfrente. Y ensayó el disparo en varias ocasiones, ninguna con tnato peligro como a los siete minutos de la segunda parte cuando su remate fue detenido por el buen guardameta del Elche Jiménez, ayer inspiradísimo. Lo que sería este equipo si Brandon estuviera bien acompañado en la línea atacante es fácil de imaginar. Las ocasiones de gol que es capaz de crear él solo le convierten en un jugador diferente. Hay, definitivamente, un Mallorca con Brandon y otro sin él.
