Perder tres puntos en un minuto, como en Tenerife, y dos en el 90, como ayer frente al Girona, puede ser mala suerte. Aunque lo que de verdad demuestra es que al equipo le hace falta un hervor competitivo. Tenía razón Pepe Gálvez al explicar en la rueda de prensa que el fútbol había sido cruel con su equipo, e incluso podría haber añadido que les faltó fortuna, pero quizás deberían ser conscientes en el cuerpo técnico que sus jugadores tienen debilidades defensivas y que no se pueden dar tantas facilidades en una categoría tan dura como la Segunda División. El Mallorca hizo un partido decente, mostrando que sabe a qué tiene que jugar aunque no imponga un ritmo excesivamente alto. Ha encontrado en Damià a alguien con visión de juego y sabe que Moutinho y Brandon pueden hacer daño si son capaces de explotar sus virtudes. El problema es que el Girona, sin hacer nada especial, supo esperar su oportunidad con tranquilidad. Y le llegó en el 90. Y menos mal que no hubo mucho descuento.
