El bofetón que le dio ayer el Girona al Mallorca todavía escuece de lo lindo. Este 2015 ha sido tan malo que incluso no es tan extraño recibir una decepción de estas dimensiones en el último minuto del año. Los catalanes se llevaron un punto de forma inmerecida, pero a estas alturas del curso no es ningún consuelo. Sin embargo, soy de los que cree que Pepe Gálvez se ha ganado la continuidad, por mucho que solo haya sumado cuatro puntos de los nueve posibles. Y sobra recurrir a lo de las "buenas sensaciones" que tanto repitió Albert Ferrer después de perder partidos porque el Mallorca del calvianer es otra historia. Es pronto para extraer conclusiones, pero es un equipo que mantiene el nivel defensivo que ya tenía con Chapi -con errores similares-, pero que con el balón demuestra mucho más criterio y atrevimiento. Eso sí, ni ayer ni en Tenerife fue capaz de matar al rival, un aspecto en el que Gálvez debe incidir. Sin embargo, es obligado que en el mercado invernal lleguen tres o cuatro refuerzos que eleven las prestaciones. No es que convenga hacerlo, es que hay que hacerlo. Pero acertando. Un delantero o dos, pero también centrocampistas que aporten talento al centro del campo. Seguro que si los mimbres son buenos, con la progresión de Damià y Brandon, a los que hay que exigirles lo justo, el técnico recogerá sus frutos. Y el Mallorca también.
