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El equipo

Bianchi y la grada rompen su idilio

El italiano, otra vez intrascendente, fue despedido con pitos por Son Moix y acaba el año convertido en una gran decepción

Rolando Bianchi pelea un balón con un rival del Girona. b. ramon

El idilio que Rolando Bianchi mantenía con la grada se ha roto. Por primera vez esta temporada Son Moix despidió con silbidos a un delantero al que la afición siempre había tratado con cariño por su entrega y sacrificio, aunque su cuenta goleadora fuera deficiente. Pero cuando Pepe Gálvez le sustituyó por Fofo mediada la segunda parte se oyeron más pitos que aplausos. Un castigo a la escasa trascendencia de un futbolista que solo contabiliza dos goles -uno de penalti- en dieciocho jornadas.

El italiano completó contra el Girona otro partido nulo. Era conocida su falta de sintonía con Albert Ferrer, pero su rendimiento tampoco ha mejorado con Pepe Gálvez en el banquillo. Marcó de penalti en el debut del técnico calvianer contra el Albacete y lo celebró como si hubiera ganado un título. Poner fin a una larga sequía debería haberse traducido en más confianza y una mejora en su juego. Sin embargo, Bianchi pasó inadvertido contra el Tenerife y también ayer frente al Girona.

El delantero habita casi siempre lejos del gol. No tuvo ninguna opción contra el conjunto catalán en un un partido en el que fue una isla. Bianchi no ha sacado rédito de la irrupción de Gálvez, por lo que empieza a perfilarse como un caso imposible. El futbolista no se adapta y ayer ni siquiera se destacó por su garra.

El jugador más contrastado del proyecto y el que más cobra de la plantilla termina el año convertido en una gran decepción. La institución bermellona priorizará el fichaje de uno o dos goleadores, lo que dejará al italiano en una posición muy difícil. El mercado de invierno abre la puerta a entradas, pero también a salidas, y la de Bianchi ya es una posibilidad muy real.

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