veces la historia tiene guardados momentos mágicos justo cuando menos te lo esperas. Porque solo el mallorquinista más optimista hubiera imaginado que aquel 15 de septiembre de 1997, en un partido en el que Antena 3 estrenaba sus retransmisiones los lunes, se viviría una noche mágica. Los rojillos golearon por 6-2 al Sporting de Gijón, la más amplia victoria hasta ese momento en los entonces 81 años de vida del club. Ese triunfo, que colocó al recién ascendido Mallorca en la segunda plaza de Primera tras superar al Valencia (2-1) y arrancar un empate en Riazor ante el Súper Dépor (1-1), provocó que en todo el país se hablara del equipo revelación de la Liga. Y tanto que lo fue. Héctor Cúper, que ya empezaba a despertar admiración, alineó a un once que muchos todavía recitan de memoria. Roa, Olaizola, Iván Campo, Marcelino, Romero, Engonga, Valerón, Mena (Soler, min. 73), Stankovic, Moya (Carreras, min. 83) y Amato (Monchu, min. 70). Por su parte, el Sporting que dirigía Miguel Montes estaba formado por: Ablanedo, José Manuel, Sergio, Mingo, Villarroya, Álex (Kucharski, min. 66), Nikiforov, Kosolapov, Poyatos (Bango, min.73), Lediakhov (Tomás, min.46) y Lediakhov (Tomás, min.46).

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Ablanedo, mítico portero de los asturianos, que incluso llegó a ser internacional, vivió una pesadilla. Y eso que el encuentro no pudo empezar mejor para ellos con la diana de Kosolapov a los veinte minutos. Pero eso fue un espejismo porque los 13.440 espectadores que acudieron al Lluís Sitjar fueron testigos en directo de un auténtico festival, también ayudado por la expulsión de Mingo a la media hora de encuentro. Mena marcó de cabeza y Moya se aprovechó de un medido centro del jovencísimo Valerón. El ex del Valencia marcó el gol 400 del Mallorca en la elite. Los baleares ya habían dado la vuelta al marcador, pero quedaba lo mejor. Amato cruzó el balón ante la salida del meta y anotó el tercero, que se celebró de una manera que siempre arrancó las carcajadas del público. Mena, de rodillas, simulaba que limpiaba las botas blancas del delantero, una iniciativa que se disfrutó en muchas ocasiones aquel curso. El Sporting, que descendió aquella temporada, asustó con un tanto de Kucharski, pero se quedó en una anécdota. Monchu, en dos ocasiones, y Villarroya en propia puerta, aumentaron la renta hasta dejarla en un escandaloso 6-2. El periódico que se repartía a los aficionados a su entrada al estadio se empezó a usar como si fueran pañuelos para expresar una euforia que se prolongó todo el curso.

Solo fue el principio. En los medios nacionales ya se destacaban las virtudes de un Mallorca sólido que acabó deslumbrando. Finalizó quinto aquella temporada y alcanzó la final de la Copa del Rey, que perdió en Mestalla ante el Barcelona, pero dejó el embrión de que lo que vendría justo en el siguiente curso. Aunque eso ya es otra historia.