La batalla fue equilibrada en el terreno de juego y muy desigual en la grada. Unos 50.000 hinchas del Atlético de Madrid abarrotaron el Santiago Bernabéu la noche del 29 de junio de 1.991. En cambio, solo tres mil mallorquinistas pudieron trasladarse desde la isla para presenciar aquella final de la Copa del Rey, la primera de las tres que la institución bermellona ha disputado a lo largo de sus cien años de existencia. Los mallorquinistas desplazados hasta la capital -menos de los previstos a causa de una huelga de Transmediterránea- fueron testigos de una derrota histórica, la de un Mallorca que nunca antes había volado a tanta altura.

Aquel equipo liderado por Serra Ferrer en el banquillo y por Miquel Àngel Nadal en el terreno de juego hizo sudar sangre al Atlético de Madrid, uno de los primeros proyectos deportivos millonarios de Jesús Gil y Gil. De hecho, inauguró su palmarés con aquella Copa del Rey conquistada en el minuto 111 de la prórroga, cuando Alfredo recogió un mal rechace de Ezaki y marcó a placer. Al Mallorca se le escurrió la gloria de entre los dedos después de plantear una resistencia heroica ante un adversario que contaba con una importante nómina de figuras. Schuster, Manolo, Futre, Orejuela o Vizcaíno estuvieron lejos de brillar aquella noche, aunque finalmente se impuso el peso del escudo y de la historia. Fue un encuentro de mucho músculo y poco fútbol. Ni siquiera se registraron ocasiones de gol antes de que el Atlético viera puerta. Hassan firmó el acercamiento más peligroso del grupo bermellón cuando estuvo cerca de aprovechar un mal blocaje del guardameta Mejías. Por lo demás, el marroquí fue una isla toda la noche.

El Mallorca fue un finalista insólito. Nadie esperaba a comienzos de la temporada 1990/91 que aquel grupo formado por Ezaki, Hassan, Álvaro Cervera, Marcos, 'Chichi' Soler o el citado Nadal tuvieran reservado un sitio en la historia de la entidad balear. En la Liga el equipo había terminado decimoquinto, y contaba con un entrenador todavía novato en la élite y una plantilla extraordinariamente joven. Sin embargo, alcanzó el final de la temporada en plenitud física y crecido a medida que superaba eliminatorias en la Copa del Rey. Además, el hecho de haber derrotado al Atlético en los dos enfrentamientos ligueros daba esperanzas a un Mallorca que Serra Ferrer había transformado en un bloque muy compacto.

La final daba pasaporte para la gloria y para Europa. Sin embargo, ahí recibió el Mallorca el primer revés. El grupo rojillo se habría clasificado automáticamente para la Recopa en caso de que el otro finalista hubiera sido el Barcelona, que había terminado la temporada como campeón. Pero la semifinal fue del Atlético. En la otra eliminatoria el Mallorca había ganado al Sporting gracias a un gol de Álvaro en el minuto 90. La locura se apoderó del Lluís Sitjar en un partido que también sirvió para despedir a Nadal, ya fichado por el Barça. Y de ahí al Bernabéu, donde el equipo sufrió su primera derrota histórica. Le sucederían dos más -la final de Copa de Mestalla y la de la Recopa en Birmingham-. Después llegaron los títulos.