Hacía pocos minutos que le había dado un fuerte abrazo al despedido Albert Ferrer, que ya se marchaba de Son Bibiloni, cuando se dirigió hacia el césped de uno de los campos de la ciudad deportiva. Como cada día, aunque no era como siempre. Porque Pepe Gálvez actuaba ya como entrenador del Mallorca de sus amores, el club de su vida, como si fuera a tener una primera cita. Había dos caras nuevas, porque a los habituales Alfonso Pérez Muñoz y Miki Garro se le unía Santi Miralles, otro técnico que viene desde abajo para ser uno de los ayudantes del calvianer, y de Jaume Moll, al que también le llegó la oportunidad de trabajar con los mayores.

Precisamente el preparador físico de Capdepera fue el que ordenó a la plantilla que realizara varias vueltas de calentamiento antes de que empezara el trabajo de verdad. Y ahí estaba Gálvez, casi veinticinco años después de debutar como futbolista profesional cuando era un adolescente, con el reto de su vida por delante. Y no está dispuesto a defraudar. Ordenó un ejercicio en campos reducidos en los que exigía máxima intensidad. "Solo dos toques", recordaba Alfonso, que elevó la voz en más de una ocasión para explicarlo. El grupo, al que se habían sumado el centrocampista Baba y el meta Tomeu Pocoví, del filial, cumplió.

La alarmante falta de puntería debe solucionarse trabajando, aunque por el acierto mostrado ayer en los sucesivos remates a la portería, queda mucho por hacer. Porque se fueron muchos más balones fuera que entre los tres palos en un ejercicio en el que debían rematar dos veces seguidas. El encuentro del domingo ante el Albacete no permite ninguna excusa y Gálvez no está dispuesto a utilizarlas. "Más rápido, mucho más rápido", reclamaba el nuevo jefe del banquillo cuando no le gustaba lo que estaba viendo durante una actividad en la que no se pasaban el balón con la intensidad deseada. El mallorquín, que anunció que las sesiones de los lunes, miércoles y viernes serán de puertas abiertas para afición y prensa, quiere quedarse más allá de los tres partidos que le ha marcado Claassen. Y ayer lo empezó a demostrar. La pelota decidirá.