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Relevo en el banquillo bermellón

Gálvez, de técnico en la sombra a afrontar la oportunidad de su vida

El calvianer, que jugó en el último ascenso en 1997, dispone de tres jornadas para convencer a Claassen

Pepe Gálvez, durante un entrenamiento del Mallorca en Son Bibiloni. tooru shimada

A Pepe Gálvez (Calvià, 3 de agosto de 1974) le llega la oportunidad de su vida. Dispone de tres partidos para convencer a Utz Claassen de que merece seguir hasta el final. En apenas un año ha pasado del banquillo del División de Honor juvenil al del primer equipo, aunque ya el curso anterior, tras la destitución de Valery Karpin, pasó a ser el ayudante de Miquel Soler. Sobrevivió al ´tsunami´ que se produjo durante el verano en Son Bibiloni, tanto en el cuerpo técnico como en la plantilla, para pasar a ser el segundo técnico de Albert Ferrer. Hasta anoche. Precisamente el despido de Chapi, con el que mantiene una relación de amistad que incluso les llevaba a ser su pareja en el pádel, es el que le abre las puertas a dirigir al equipo de su vida. Gálvez no necesita ninguna presentación para el mallorquinismo, que ya le disfrutó como futbolista cuando era un adolescente. De hecho, fue el jugador más joven en debutar en la elite. Apenas tenía 17 años -el récord se lo arrebató Carmona-, pero Serra Ferrer apostó por él, gracias a su potencia y velocidad, que le hicieron triunfar, aunque el Mallorca bajara a Segunda.

Dio el salto al Valencia, con el que siguió su enorme progresión. Su mejor temporada en Mestalla fue la 95-96, en la que el conjunto ´ché´ quedó subcampeón, tras el Atlético, y en la que fue segundo máximo goleador de su equipo, tras Mijatovic, con once goles. Fue internacional en todas las categorías inferiores y una lesión le apartó de jugar los Juegos Olímpicos de Atlanta en 1996. Precisamente sus problemas físicos son los que cortaron su prometedora carrera. Pero Gálvez puede presumir de militar en el último ascenso del Mallorca a Primera. Llegó cedido desde la capital del Túria para apuntalar una plantilla que subió en la promoción ante el Rayo, tras un inolvidable encuentro de vuelta en Vallecas en el que disputó la segunda parte.

También continuó en Primera, bajo las órdenes de Héctor Cúper, en aquel curso en el que los bermellones finalizaron quintos y alcanzaron la final de la Copa del Rey ante el Barcelona, aunque no se consolidó como titular. Después se marchó al Betis, en el que estuvo tres temporadas, y aunque disfrutó de muchos minutos, las lesiones le perjudicaron. Hasta que en el curso 2001-2002, en el Burgos, decidió colgar las botas como profesional con apenas 29 años. Después de unos años alejado del fútbol, decidió compartir toda su experiencia desde el banquillo. Fue seleccionador balear juvenil, dirigió al Platges de Calvià en Tercera hasta que regresó al Mallorca para enrolarse en las categorías inferiores.

Culminó el trabajo de Pep Alomar para ascender con el filial a Segunda B, aunque en el juvenil fue donde demostró su capacidad. Hasta ahora ha estado en la sombra, pero los focos le vuelven a apuntar. Es su momento.

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