Chapi Ferrer ha agotado el discurso. Ya no sabe qué decir. En la sala de prensa no sabe cómo explicar el nuevo esperpento de un equipo que, a la falta de gol, ahora ha de sumar los errores defensivos, de Aveldaño ante el Lugo, ayer de Timon, clamoroso. El Mallorca fue el de otras tantas tardes, mucho control del balón, pero control insustancial, sin peligro ante la portería rival. Ni Coro antes de retirarse por lesión ni Bianchi asustaron al guardameta del Alavés, porque el disparo del primero al poco de encajar el alemán el absurdo gol, no puede considerarse ocasión clara.
El Mallorca ha perdido el norte. Está desorientado. Se encuentran en un callejón sin salida, y basta ver para ello el rostro de los jugadores, que no saben qué hacer ni qué decir. Salvo que seas Yuste y hayas visto "un partido completísimo". Será que desde dentro se ve mejor que desde fuera. Ferrer también vio "ocasiones clarísimas". Suena a broma cuando piensas que Pacheco no tuvo que intervenir una sola vez. La situación del entrenador es complicada. También la de Nadal y Claassen, a quienes el tiempo se les echa encima. La cantinela de que el equipo juega bien apesta. Lo que hace falta son los goles que no llegan y sobran errores como el de ayer de Timon. Falta mucho, es verdad, pero se ha llegado a una situación límite a la que hay que poner remedio.
