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Análisis

Quizá no saben qué es la autocrítica

Otra jornada más, otra derrota más. Ver jugar al Mallorca se está convirtiendo en una película de serie B, de esas que ponen los sábados y domingos por la tarde para rellenar programación. Como el equipo de Albert Ferrer, son correctas, a veces hasta interesantes, pero les falta empaque, potencia. Traducción: el Mallorca toquetea mucho el balón, pero no tiene pegada. Si el rival no te aprieta en exceso y te deja respirar, el once de Ferrer tiene el balón, lo mueve -sobre todo en horizontal- y busca hacer alguna jugadita. Y después reza, a ver si hay suerte y acaba dentro la pelotita. Pero la pólvora está mojada, muy mojada. Es triste, pero es así: no hay mucho que rascar, porque la plantilla no suple su falta de gol con exceso de pundonor o empuje. Aunque lo desesperante es escuchar a los protagonistas diciendo que jugaron bien, que dominaron, que les falta acierto o suerte... Sí que se ve distinto desde fuera, sí. O quizá es que no saben qué es la autocrítica. En cuanto a Wellenreuther, son gajes del portero inexperto.

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