De un empate en casa siempre se sacan conclusiones, preferentemente malas. La de ayer es que el Chapi tiró medio partido. Los primeros 45 minutos del Mallorca fueron de pena, sin juego y sin ritmo ante un Lugo que optó por esperar y que hasta se sintió superior. Sin serlo, los visitantes estuvieron a punto de marcharse al descanso con ventaja si Wellenreuther no lo evita. En el intermedio reaccionó Ferrer, que introdujo dos cambios y varió su planteamiento. Dice poco del entrenador -y de los jugadores, por supuesto- que se necesite cambiar el plan de trabajo elaborado durante la semana en el descanso. Incluso, hace dudar con respecto al trabajo del cuerpo técnico y al seguimiento que se hace de los rivales. La realidad es que después de 14 jornadas el Mallorca solo ha ganado 3 partidos y en casi ninguno de los que perdió o empató dio la sensación de que el resultado fuera inmerecido. El Lugo quizás se llevó demasiado premio, pero los de Ferrer tampoco hicieron más méritos. La cosa no pinta nada bien.
