Confesó ayer Ferrer en la rueda de prensa previa al enfrentamiento contra el Lugo que no está preocupado por su futuro. El mallorquinismo sí lo está. Sobre todo porque este debería estar ligado sin duda alguna al resultado de esta tarde en Son Moix. Es un partido, que diría el recordado Luis Aragonés, que hay que ganar "por lo civil o por lo criminal". Han pasado demasiadas jornadas y el Mallorca sigue en la cola de la tabla. Haría bien el técnico en transmitir esa tensión a sus jugadores, especialmente para que no les ocurra como el domingo pasado cuando el Osasuna salió enchufado y el Mallorca pensando en las musarañas. Resultado un 2-0 en el marcador en apenas doce minutos. No se trata de insuflar nerviosismo -las cosas con la cabeza fría se hacen mejor- pero la sangre de pez tampoco es buena compañera en una batalla que se presume ardorosa. Se precisa nerviosismo, anticipación, presión desde el minuto uno, para superar al Lugo y a cualquier rival en esta Liga Adelante. Incluso, a ser posible, le pediríamos al técnico capacidad para sorprender con el planteamiento a Milla. Cualquier resultado que no sea una victoria debería provocar decisiones drásticas, salvo que se den circunstancias excepcionales que expliquen lo ocurrido. Interrogaba en la jornada 6 a Ferrer, tras perder ante el Huesca, si se veía con fuerzas para sacar al equipo del descenso al que cayó. Dijo que sí. Ocho jornadas después seguimos instalados en esa misma zona infernal, pero con "buenas sensaciones". Que tome nota quien tenga que hacerlo, por si se produce un nuevo fiasco indeseado.
