El Mallorca ganó sin brillo, pero ganó, y eso era justo lo que tenía que hacer. Las buenas sensaciones mostradas en los tres anteriores encuentros debían refrendarse ayer con una victoria ante un Almería que seguro que irá a más. Los bermellones aburrieron en la primera parte y en la segunda solo funcionaron con la entrada de Brandon, que ya es imprescindible en esta plantilla, pero en esta Liga Adelante eso importa poco. Ocho puntos de los últimos doce es un excelente balance que habría firmado cualquier mallorquinista tras caer ante el Huesca hace casi un mes. Es una evidencia que este equipo ha progresado sustancialmente, sobre todo a la hora de mostrarse como un bloque. Sigue sufriendo demasiado para apuntarse las victorias, es cierto, pero quién no lo hace para ganar en esta categoría. Es un enorme mérito del Chapi que defensivamente el Mallorca sea serio porque no hay que olvidar los desastres de cursos anteriores. Pero también llama la atención que deje en el banquillo a Bianchi para alinear a un Coro que no se ha ganado tantos privilegios. Y la afición así se lo demostró desde la grada. Es de ilusos pensar que los bermellones deben jugar como los ángeles, pero es que quizá no hace falta. Visto lo visto, exigírselo es de necios, aunque la pregunta es si esto bastará para estar arriba. Con solo ilusión no se asciende.
