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Análisis

Ganar, lo único importante

El nuevo entrenador del Almería aseguró ayer que el domingo sólo le preocupará el resultado, no el juego de su equipo. Es decir, una perogrullada porque así piensa el noventa y nueve por ciento de los técnicos de cualquier equipo profesional y el que diga lo contrario miente como un bellaco. Todos ellos saben que no se les valora por ofrecer ningún tipo de espectáculo, ni siquiera se les paga por ello, sino para sumar cuantos más puntos mejor aunque sea practicando un fútbol penoso. Así que Joan Carrillo está por la misma labor que Ferrer y todos sus colegas de profesión y en activo.

Por supuesto que las circunstancias por las que atraviesan los andaluces, como las del Mallorca, apelan a la urgencia. No en vano el exayudante de Pochetino acaba de ponerse al frente de la plantilla más cara de la categoría a la que ha encontrado en posiciones de descenso. De eso tenemos una amplia experiencia por estos pagos. Pero si le propusiéramos ascender de categoría jugando fatal, firmaría sin pensárselo dos veces.

Hoy día la sinceridad no es una virtud apreciada. En cierto modo se agradece que alguien la esgrima como bandera. Ya hemos explicado durante la semana que incluso el público no acude al estadio para ver un buen partido, sino para presenciar el triunfo de su equipo. Tampoco hay que criminalizar a los técnicos. Ni a los directivos, en cuyos bolsillos recae un descenso o una mala clasificación.

El problema es más profundo y requiere una intervención decidida de los diferentes gobiernos para poner fin a un entramado multimillonario sostenido por unas instituciones corruptas, un mercado imposible y unas cuentas insalvables. Ya que tanto se habla de economía sostenible, alguien debería plantearse extrapolar el término al fútbol antes de que sea demasiado tarde.

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