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Análisis

En pleno proceso de montaje

Ferrer lo ha probado todo o casi todo hasta encontrar lo que en principio ha funcionado. Eso no se le puede negar. No ha repetido una alineación en lo que llevamos de Liga, ha cambiado cromos, ensayado dibujos y, en fin, combinaciones varias antes de desembocar en un 4-1-4-1 en el que algunos futbolistas se desenvuelven con mayor comodidad. Ahora, además de ver, hay que observar si el efecto se mantiene durante las próximas jornadas o se diluye en las vicisitudes del campeonato. Es decir si, llegado el caso, servirá el mismo sistema con otros hombres o no. Por supuesto al margen de las imprescindibles variantes.

En la búsqueda de lo que se ha dado en definir como un once tipo, teoría contraria a la de bastantes entrenadores, tiene que haber necesariamente damnificados. De portero solamente puede jugar uno, eso está claro, pero en otras demarcaciones habrá futbolistas que, si no cambia el rumbo reciente, lo van a pasar peor.

Por ejemplo, la banda derecha no funcionó con Company por delante de Campabadal y, por el contrario, ahora sí lo hace al revés. Queda por dilucidar si Pereira o, circunstancialmente Arana, rendirían igual.

Otro caso es el de los centrales. Con Truyols defenestrado, el alemán Tobías en formación y el brasileño Hugo Gomes en la inopia, esta nómina de cinco se reduce a los dos alineados actualmente con el único posible recambio de Kasim. Sin sustituto natural, Oriol no tiene competencia en su banda, en la que un Sissoko más polivalente vigila la espalda de Moutinho o Arana. El francés, maliense de origen, también se postula como sustituto de Yuste, que acumula tarjetas con demasiada facilidad.

El previsible regreso de Brandon, antes o después, genera otras opciones. Puede jugar por las alas, desde luego, y a la espalda de Bianchi, aunque eso obligaría a algunos ajustes. Como conclusión, el nuevo dibujo permite robar el balón más arriba y reducir distancias a la portería contraria. Se nota.

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