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La libreta

Complejos de superioridad

Costó, sí. Nadie regala nada, aunque circunstancialmente tropiezas con algún rival generoso. Nadie podrá discutir que, ayer, el Mallorca fue claramente superior al Llagostera, que haría mal en excusar su derrota en el error arbitral de invalidar su gol reglamentario a los ciento veinte segundos, en lugar de reconocer que, en ochenta de los noventa minutos de juego, fue inferior a su anfitrión, sobre todo en la línea de tres cuartos, donde Arana y Javi Ros, -con la ayuda de Sissoko, autor del solitario tanto que saca a su equipo de la cola aunque aún no del descenso- impusieron su ley y su reinado. De haber frenado la ansiedad y con una mejor definición, el público pudo haber disfrutado no solamente de la segunda victoria de la temporada, sino de una goleada de las de antaño.

Cuando alguien funciona, mejor no tocarlo. A Ferrer le gustó el 4-1-4-1 que le proporcionó un punto en Oviedo y decidió mantenerlo pese a las bajas suscitadas durante la semana. Bianchi, más trabajador que rematador, desplaza a los defensas adversarios y aguanta el balón con temple. Con jugadores de banda como Moutinho y Pereira, ausentes, y Campabadal, mejor extremo que guardaraíles, o Arana, multipresente, se ensancha el campo por el que transitan con Javi Ros y Sissoko. Superioridad clara, no sólo numérica, en la zona donde se fabrica la pólvora. Si uno es mejor que su contrincante acaba ganando, aunque haya excepciones que confirman la regla. Al balance no se le pueden poner peros, ni tampoco quemar cohetes por ello.

La segunda división registra sopresas que otros deportes no admiten. En Primera no es fácil que tropiecen los grandes, pero en los escenarios de plata, más por definición que por brillo, no hay enemigo pequeño ni ogros dominantes. Reina la mediocridad y se equilibra el potencial. Tienen mucho que ver las dinámicas, sin desdeñar las rachas. Esta es una carrera de largo recorrido en la que es fundamental resistir sin dejar de mantener el ritmo. Tres triunfos consecutivos catapultan al que menos pinta y tres caídas te sumergen bajo el agua del océano. Eso, la tranquilidad en medio de la tormenta, permite al Chapi conservar el mando de la nave. Cuatro semanas más y empezaremos a saber de lo que estamos hablando.

Lamentablemente el Llosetense es inferior a la mayoría de sus competidores. Cuestión de presupuesto y posibilidades. Lo asumimos dentro del espíritu que anima al colectivo y enciende al técnico, Nico López, demasiado pendiente de los arbitrajes. Es pronto para poner los pies en el suelo, pero ni aún así uno debe ni puede olvidar el terreno que pisa. Con objetivo diferente al de una apurada permanencia, el empate del Baleares suena a pinchazo. Gordo, pero pinchazo. No obstante su gravedad aumenta después del correctivo sufrido una semana antes en Hospitalet. Bajar la guardia tiene consecuencias. Subirse a las patillas de los demás exige más que ese esfuerzo que se da por entendido.

Nadie se atreve a discutir que Djokovic está muy por encima de Nadal. Ni que Rossi supera a Lorenzo. La final de Pekín acabó en paseo para el serbio, en plena recuperación frustrada del manacorí. Pero él lo reconoció ya en la víspera, consciente de que, hoy por hoy, no puede competir al mismo nivel. Nobleza obliga. El mallorquín alabó la picardía de Il Dottore. Un respeto. Nos referimos al mayor de todos y también al mejor. Los últimos años se le adjudicaba una retirada brillante, pero está a punto de conquistar otro Mundial. Cuando uno sale a un pista con tamaño historial sólo resta quitarse el sombrero y vitorear al vencedor.

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