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Análisis

Un adosado con complejo de lujo

Dice Juan Fortunato, que estuvo once años en el Mallorca donde compartió vestuario con Miquel Angel Nadal, Pep Bonet y otros ilustres, que se nos ha vendido una urbanización de lujo cuando sólo hay algún chalet adosado. Esto tiene que ver con la precipitada campaña publicitaria del ascenso con una plantilla y un cuerpo técnico que tendrán que trabajar mucho para lograr un objetivo más difícil de lo que se ha dicho.

Hay equipos, Real Madrid y Barcelona como ejemplo paradigmático, que se ven obligados a pugnar por el título o títulos, cada temporada. No hace falta que lo pregonen. Otros más modestos y de menor alcance han de crecer desde la humildad, sobre todo cuando los hechos no se corresponden con las palabras. El Eibar o el Girona, ejemplos que tanto se utilizan para dar pábulo a la demagogia, nunca prometieron la Primera división a sus seguidores, ni se la exigieron a sus plantillas.

Claro, ahora al Chapi Ferrer y sus muchachos se les juzga en función de la meta que se ha proclamado a los cuatro vientos, maravillosa para aficionados pero irresponsable en la realidad.

Dejemos al margen la futurología. Si la plantilla que se ha confeccionado está hipotéticamente capacitada para terminar entre los seis primeros o no, el tiempo lo dirá. Pero que nadie dude de que quienes mejor lo saben, sea cual sea su discurso de cara a la galería, son los profesionales que curran cada día en Son Bibiloni y se examinan semanalmente ante propios y extraños.

Este equipo puede resultar conservador o atrevido, según la opinión de cada cual, pero lo que hay que preguntarse es si está diseñado para una cosa o para la otra y, en último término, para ambas. Expresado en otros términos, si dispone de mimbres para hacer otra cosa que, con mucho esfuerzo, trabajo y sacrificio, no sea procurar que no le marquen y sea lo que Dios quiera.

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