Soy lo bastante mayor para saber que los resultados echan a los entrenadores e incluso a los presidentes. Si no que se lo pregunten al mismísimo Florentino Pérez, que cerró su primera etapa en el Real Madrid tras una derrota en Son Moix.
Vaya pues por delante que, salvo en casos extremos, no creo en ultimátums, ni nada que se le parezca, por extendida que esté la medida. Sería distinto si la decisión viniera precedida de un análisis concienzudo del trabajo cotidiano e independientemente de victorias o derrotas porque la verdad es que, si como se dice, los jugadores son los que pierden los partidos, también son ellos quienes los ganan.
Tengo muy claro que Ferrer no es el único culpable de la clasificación del equipo, que no solo responde a sus defectos sino también a los errores cometidos desde la dirección deportiva y el propio consejo de administración. ¡Vamos a ver!: echar al Chapi implica reconocer la equivocación de su fichaje, sobre todo una mala elección después de entrevistar a tantos aspirantes. Alguien, quien sea, debería tener la dignidad de emprender el mismo camino.
Por ahí puede salvar los muebles. O no. En efecto la continuidad del técnico depende de lo que suceda mañana en Oviedo, pero se vaya o siga se aclararán algunas cosas de las que, sin criterio ni transparencia, se cuecen entre bambalinas. Pero estaremos de acuerdo en que Albert será tan bueno el lunes, como hoy o igual que en junio.
