Diario de Mallorca

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La crónica

Sin goles no hay victorias que valgan

El Mallorca vuelve a quedarse a cero en el capítulo ofensivo y pierde en Tarragona un partido en el que el rival aprovechó su oportunidad - Dominio estéril del equipo de Ferrer en la primera parte, en la que fue superior - El conjunto rojillo entra en zona de descenso

Dos goles en cinco partidos no puede conducir a otra cosa que no sea estar en zona de descenso. El Mallorca volvió a adolecer de falta de pegada, y puntería, ante un Nàstic que llegó a estar contra las cuerdas durante muchos minutos del primer periodo. El equipo de Ferrer apretaba, pero no ahogaba. Y volvió a perder porque el rival sí supo aprovechar su oportunidad.

Y eso que el Mallorca empezó bien. Atacaba, era el dominador del balón y creaba peligro en el área de Reina. La pareja Acuña-Bianchi prometía. Se buscaban y se encontraban. El equipo de Ferrer amenazaba con su nueva delantera. Su juego solo le permitió tutear a los catalanes la primera parte, pero se desplomó como un castillo de naipes en la segunda. El gol de De la Espada al filo del descanso acabó con un Mallorca que se había desfondado en busca de un gol que nunca llegó.

El Nàstic se impuso a un Mallorca que se durmió mientras pensaba quién es, adónde va y por dónde va. Pero la realidad es más deportiva que psicológica. Hoy por hoy, el Nàstic, un recién ascendido, no es mejor equipo, pero tiene las ideas más claras y está más trabajado que un Mallorca con aires de pretemporada, en la versión más benigna, o con el listón tan bajo que da miedo.

Con el gol, el Nàstic se hizo dueño del partido sin lujos, pero con toda la grandeza de la humildad. Juntó las líneas, tiró con arte el fuera de juego y con gente delante con atisbos de que algo podía pasar.

No puede decirse que Ferrer haya dado con la tecla que necesita el equipo: juega lento, sin bandas -Pereira no acaba nada de lo que se le intuye y Arana está para pocas cosas-, sin director de juego, con la defensa separada y sin un solo futbolista con capacidad de desbordar o de inventarse un regate. En este Mallorca del Centenario no hay dónde agarrarse. Hoy por hoy el Mallorca aún no es nada. Ni se le ve ni se le atisba. Es verdad que en la primera parte mereció más, por dominio y por intención. Buscó constantemente la portería rival, pero casi siempre a trompicones, sin acierto. Reina, el portero local, tuvo trabajo, pero apenas se le recuerda una intervención exigente. He ahí uno de los graves problemas de este equipo. Su falta de gol. Dos contabilizaba antes del partido y con dos sigue en su casillero. El Mallorca de Ferrer tiene la cabeza como un bombo, sin saber a qué juega ni a qué quiere jugar, ni qué espera conseguir ni lo que puede esperar.

El Mallorca vive de achaque en achaque desde hace años, así que tan pronto tosió el Nàstic, el equipo cogió una pulmonía. Con el gol, y con las fuerzas ya menguadas, el dominio ya no era del Mallorca, que vívía del contragolpe. A Ferrer se le moría el paciente en las manos. Y tampoco es que el rival hiciera un partidazo. Aprovechó su oportunidad y se dedicó a conservarla.

Se encontró el Mallorca en la segunda parte con un partido feo, trabado continuamente por un rival que al más mínimo roce paraba el partido. Esta es la Segunda en la que milita el Mallorca. Partidos como el de ayer se los encontrará prácticamente cada domingo. Y la lección que debe sacar es que las ocasiones se han de aprovechar. Porque cuando el rival enchufa la suya guarda el tesoro como oro en paño.

Hacía tiempo que el Mallorca no llegaba a la portería de Reina. El Nàstic se sentía cómodo. Dejaba el balón a su rival, que ya no sabía qué hacer con él. El tiempo se le iba al Mallorca y Ferrer removía el banquillo en busca de soluciones que no dieron resultado. Ros entró por el más defensivo Sissoko, pero su presencia no se notó. Ros no hizo mover a su equipo, que hacía rato que acusaba el cansancio de la exigente primera parte. Coro por Acuña tampoco dio resultado. A falta de un cuarto de hora Ferrer se la jugó quitando a un central, Aveldaño, para dar entrada a Moutinho. Tampoco. Habrá que ver cuánta paciencia le queda a Claassen, convencido de que ha construido un equipo para ascender. El de ayer, no.

Municipal de Tarragona (6.020 espectadores)

Nàstic: Reina; Mossa, Xisco Campos, Rocha, Rayco (Ferran, m.64), Jean Luc Assoubre (Palanca, m.85), Bouzón, De la Espada, Marí, Tejera (Arel, m.74), Emaná.

Real Mallorca: Timon; Campabadal, Costas, Aveldaño (Moutinho, m.76), Oriol; Sissoko (Ros, m.53), Yuste, Arana, Pereira, Acuña (Coro, m.67), Bianchi.

Goles: 1-0, m. 42: De la Espada marca de cabeza, ganándole la espalda a Joan Oriol, tras un buen pase de Mossa.

Árbitro: Saul Ais Reig (Comité valenciano).

Tarjetas amarillas: Aveldaño (m.28), Rocha (m. 51), Bianchi (m.61), Yuste (m. 66), Bouzón (m.75),

Tarjetas rojas: No hubo.

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