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Análisis

Lo siento, me quedé dormido

Me lo están poniendo muy difícil. Me exigen un análisis, o en su defecto un artículo de opinión, sobre el partido del Mallorca ante el Numancia y la verdad es que no puedo hacerlo. Me quedé dormido.

Pero como no deseo ni puedo renunciar al sueldo de un domingo, allá voy: no sé qué me desmotiva más, si el partido que hicieron los jugadores o el discurso final de Albert Ferrer. Sinceramente, echo de menos aquellos tiempos en que era entrenador ayudante en la tercera regional juvenil y mi entrenador -ten amigos para esto- me obligaba a ver los partidos de los rivales. Y eso en domingo por la mañana, generalmente a las nueve y siendo un servidor entonces joven y con ganas de descubrir cosas...

A lo que iba, ver al Mallorca es un suplicio. Llevo dos años con la misma cantinela de que este equipo no sabe competir y cada domingo me dan más la razón. Ayer lo intenté, de verdad, pero a los veinte minutos estaba medio grogui. Igual fue la paella del mediodía.

La excusa de que no había dinero para hacer un buen equipo no me vale. Otros con menos tienen futbolistas que de verdad parecen profesionales. El caso es que por ahora, el único aliciente es ver a los canteranos. Y cruzar los dedos para no perder.

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