Las palabras de Alfonso Pérez Muñoz son el más claro ejemplo de que, antes de ponerse a escribir en las redes sociales, conviene detenerse un minuto a pensar, a riesgo de escribir una chorrada monumental, como la del miembro del cuerpo técnico del Real Mallorca. A Alfonso, reincidente en su exhibición de españolismo rancio, se le ha olvidado que si ahora mismo es alguien en el fútbol es porque pertenece a una institución deportiva, en este caso el Real Mallorca, club a punto de cumplir cien años. No habla a título individual, y su metedura de pata queda relacionada de alguna manera con la sociedad que le paga.
Como ciudadado de a pie puede tener su opinión particular, pero en cuanto empleado del Mallorca tendría que haberlo pensado antes porque se mete, él y al club, en una polémica que solo le puede perjudicar. Si Piqué se siente más catalán que español hay que respetarle, como se hace con Alfonso, cuya pataleta no hacía falta.