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Análisis

El descubrimiento de África

Uno se muerde la lengua y escribe con renglones torcidos en una muestra de buena voluntad. Uno quiere creer de verdad todo lo que han contado, cuentan y contarán Utz Claassen y sus acólitos, pero la verdad es que lo ponen muy difícil. Cada vez que abren la boca, sea aquí o en Guinea, dan ganas de taparse los oídos y salir corriendo porque no dan ni dicen una a derechas.

Lo último que podíamos imaginar es que Michael Blum, cuyo cargo no sé exactamente cuál es, fuera a contar a los telespectadores guineanos que el éxito del Mallorca que jugó en Europa fue poco más o menos fruto de la casualidad. Entre otras sandeces, claro. Como todo el mundo sabe este país ecuato-africano, tiene un fútbol de primerísimo nivel y una Selección que, capitaneada por Emilio Nsue, no deja de salir de gira por todo el mundo.

En fin, cada cual es muy libre de entender su negocio como le dé la gana, pero es exigible un poco más de respeto a quienes forjaron un club de cien años, no a los que sólo lo van a celebrar. Mateu Alemany no se dará por aludido. Seguro. Ni le dejarán. Pero si su amigo Toni Tugores tuviera en alta estima esa amistad y como parte que fue de los dieciséis años del Mallorca en Primera, títulos de Copa y Supercopa incluidos, mañana mismo, por no decir hoy, dejaría de presidir o siquiera formar parte de la comisión del Centenario. Tampoco lo hará, aunque le dejaran.

Colón descubrió América y Blum, al parecer, cree haber descubierto Africa. O parte de ella. Craso error si en este mundo globalizado, uno piensa que lo que diga por determinadas latitudes no va a llegar a todas partes. Pero el Mallorca, hoy, es así y estos son sus amos y señores.

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