Según a quién escuchabas ayer después del partido parecía que llegaba el apocalipsis. Todo era malo, lamentable, para olvidar. Más o menos los mismos términos empleados cuando se perdió en Alcorcón en el estreno del campeonato. Con todas las carencias que se quieran y siendo críticos -como no puede ser de otra manera después de una derrota- con la actuación del grupo de Ferrer, las maneras de perder en Alcorcón y ayer en San Mamés son muy diferentes. Para empezar, ante los madrileños no se tiró ni una sola vez a puerta y durante muchísimos minutos ni se pasó del centro del campo. Ahí sí, lamentable.
Ayer la historia fue diametralmente opuesta. El equipo no supo competir, se dejó arrebatar el balón y cometió de nuevo errores que costaron el partido. Pero, aun con la derrota, no todo fue negativo. La actuación de Bianchi, estropeada al final por una justa expulsión, fue esperanzadora. El derroche y la calidad de Brandon ya no es una sorpresa. El equipo disparó diez veces entre los tres palos, más que en unos cuantos partidos juntos de la temporada pasada, sin olvidar que a los pocos segundos de la reanudación Bianchi se interpuso en un remate de Coro que era gol o gol. Se perdió, sí, pero no es la derrota de Alcorcón. No confundamos.
