Nos movemos en términos relativos. ¿El Mallorca tiene mejor plantilla que la pasada temorada o la anterior, la otra y la otra...? Lo determinarán los resultados. Tendremos una perspectiva más amplia al concluir el primer tercio de la competición porque, como repetía Luis Aragonés, no se empieza a competir de verdad hasta el mes de febrero. Planteemos la cuestión de otro modo. ¿Alguno de los seis centrales actuales suple con garantías la baja de Bigas? ¿Dispone Ferrer de algún centrocampista o media punta superior a Marco Asensio? ¿Qué seguridad tenemos de que Bianchi o Acuña igualen la eficacia realizadora de Xisco? Responder a tales preguntas equivale a entrar en un debate interesante, aunque inútil. En mi opinión particular la zaga ha mejorado por los laterales y los artilleros son una incógnita, ya que un futbolista de la calidad del de Santa Ponça no lo tienen la mayoría de equipos de Primera División; no digamos los de Segunda.
Calidad y cantidad no son sinónimos. Los fichajes realizados en este sprint final del mes de agosto elevan en hipótesis el nivel de una plantilla que, a pesar de lo precipitado de una valoración en pretemporada, generaba muchísimas dudas. El retroceso en la consideración técnica, problemas burocráticos aparte, de los brasileños refrenda las necesidades que, en apariencia, se han podido cubrir estos últimos días.
Pero ahora todo está por ver. Con la llegada de Bianchi y Coro se minimizan las opciones de Acuña, al que tampoco hemos visto demasiado. David Costas y Aveldaño apuntan a pareja fija en una de las demarcaciones más importantes del equipo, vía de agua en campeonatos precedentes. Pero el traje apenas define sus formas, se acaba de empezar a cortar, falta coser y no es posible adivinar si será el adecuado para un objetivo marcado prematuramente.
