De alguna manera todos estamos atrapados por nuestro pasado. Es el argumento de fondo de 'Carlito's way', la excelente película de Brian de Palma protagonizada por Al Pacino. Bueno, después de casi dieciocho años sin faltar a mi cita con los lectores de DM, ya se habrán dado cuenta de que me gusta el cine. La referencia viene a cuento porque el primerísimo accionista del Mallorca, entrevistado en estas mismas páginas, no puede borrar de un plumazo ni su brusco acceso a la propiedad del club, ni los pactos que ha tenido que llevar a cabo. Tampoco retrocederemos a su breve historial en el balompié alemán, ni nos detendremos en lo más negativo de su curriculum.
Dicho esto, hemos de reconocer que alguien que se gasta en torno a siete millones de euros para comprar un club de fútbol, más las inversiones posteriores a las que se verá obligado, no puede permitirse el lujo de fracasar. Y el fútbol es un juez generalmente benévolo siempre que a uno le acompañen los resultados. Las derrotas preceden a una crueldad extrema, pero las victorias borran desde el más leve al mayor de los defectos.
Guste o no, Utz Claassen es el Mallorca. Está en sus manos como lo estuvo, salvando las distancias, en las del Doctor Beltrán, delfín de Antonio Asensio, o Vicenç Grande, el único a quien no echó una mala clasificación. Siempre hay excepciones.
Los grandes inversores publicitarios en el mercado estadounidense programan sus campañas de acuerdo con los índices de credibilidad de los medios, como escalón previo a la medición de sus audiencias. Ojalá por aquí clasificáramos a todos los políticos en base a parecidos baremos.
Los abrazos del presidente con su guardaespaldas y con Monti Galmés al finalizar el partido del pasado domingo en Son Moix indican hasta qué punto se pasa mal en el palco, sobre todo si uno se juega su dinero. En suma, el éxito o la absolución, según el color del cristal que cada uno luzca, no la determinará más que el marcador de cada jornada.
