Nos enfrentamos a tres posibilidades: que el Mallorca se haya pensado mejor el fichaje de Bianchi, que el representante del futbolista haya meditado seriamente si le conviene esa operación o que ambos o cada uno por su cuenta haya encontrado una alternativa más apetecible.
Si la dirección deportiva del club ha entendido el excesivo riesgo que entraña el fichaje de un jugador como el italiano, aprendida la experiencia reciente de Albert Riera, habría firmado un ejercicio de prudencia o miedo, según se mire.
En el segundo supuesto, confirmaría que la posición del club en el mercado y su relación con los agentes está por debajo de la mayoría de sus competidores incluso de Segunda División. Una realidad que ya hemos pulsado en anteriores ocasiones y que, a su vez, explica por qué no han venido profesionales más acreditados que los actuales.
El derecho a abrir opciones más convenientes asiste a ambas partes, más allá del empeño en la palabra dada por compradores y vendedores que sería caballeroso mantener.
Tal como me lo cuentan y una vez más, las salidas son más fehacientes que las entradas. La baja de Assulin borra definitivamente el mal recuerdo de Aouate como gestor. La decisión de ceder a Cedric pone en cuestión la política de cantera y abre la incógnita de si el que se va es peor remedio que los que se quedan. El desenlace se verá la temporada próxima, como en las series de televisión.
Lo cierto es que ya es jueves, que sigue sin hablarse de fútbol y lo único que tenemos claro es que Fofo no jugará ante su antiguo equipo. No sé por qué me da en la nariz que sí lo harán Pereira, Arana, Coro y Acuña, entre otros.
