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Análisis

La sombra de la duda

Si Benito Mateo regresara y viera el césped de Son Moix convertido en un patatal cogería al responsable de las solapas. El antiguo jardinero del Mallorca entregó horas y ciencia para conseguir un terreno de juego en condiciones, también en la Ciudad Deportiva, que ni en su peor estado presentó el aspecto actual. Sean buenos, regulares o malos, no se puede exigir a ningún futbolista profesional que juegue bien sobre un tapete digno de un campo de tercera regional.

Recuerdo, para quien no lo sepa o no lo recuerde, que hace cuatro años decidió fichar por el Málaga visto el poco interés que aquí había en conservar tan exquisito escenario. Más o menos como si tuviéramos que escribir con una máquina de escribir de las de tinta y carrete. La verdad, menos girar el campo y cuidarlo mejor.

No me cansaré de repetir que es pronto para emitir juicios de valor fiables. En todo caso me extraña que, a diez días del inicio del campeonato, Ferrer no haya hecho pública la lista de descartes o, como apunta un amigo, de desalojo. Seguimos sin atisbar el pasillo de seguridad o la columna vertebral del equipo. Si quedan fichajes pendientes hay que afinar la puntería y mucho más si tenemos que calificar desde la exigencia irrenunciable del ascenso, porque una cosa es confeccionar un traje para andar por casa y otra un chaqué impecable con destino a cenas de gala.

Ahora ya no se puede hablar sólo de sensaciones o promesas. Se precisa más de una realidad. La liga es muy larga y, contratiempos aparte, la idea que nos estamos formando es que nada está claro desde el portero al punta, pasando por los centrales y un pivote. Eso, al menos.

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