"Más les vale hacerlo bien este año", le decía un joven aficionado a su padre mientras devoraba un bocadillo sentado en la grada del Iberostar Estadio durante el partido. A buen seguro que los cuatro mil, como mucho, mallorquinistas que ayer presenciaron la digna presentación del proyecto del Centenario, enmarcado en el Ciutat de Palma, están de acuerdo. Y en el banquillo lo saben. "Este objetivo es muy grande, pero a la vez muy bonito, habrá momentos de todo, buenos y malos, esperemos que más buenos que malos, pero os prometo que este grupo va a hacer que queráis venir al campo cada semana. Vais a estar orgullosos del equipo", dijo Albert Ferrer durante su discurso dedicado a la afición. El nuevo entrenador fue uno de los más aplaudidos, pero no tanto como Pau Cendrós, con el que el club no cuenta, en un mensaje de desacuerdo claro hacia el presidente Utz Claassen. Agus, también en la puerta de salida, también saltó al césped.

No obstante, el propietario germano también fue bien acogido, salvo algunos esporádicos silbidos, durante su parlamento, en el que reclamó fidelidad a los hinchas. "Juntos seremos más fuertes en el difícil camino de regreso a Primera División", dijo el teutón. Poco antes, Arana, como representante de la plantilla, también recordó el objetivo de los rojillos. "Espero que al final podamos celebrar el ascenso y devolver a este club a Primera", exclamó el andaluz sobre un terreno de juego en el que estaban todos los equipos que forman las categorías inferiores del club. Ellos también son el Mallorca, el futuro que quiere regresar a la elite.