Probar jugadores entra dentro de la lógica en las semanas de pretemporada, aunque revela dos cosas: que el entrenador no conoce la plantilla, algo completamente normal, y que la dirección deportiva juega un poco a la ruleta sin un exahustivo conocimiento de los futbolistas a los que reclama ver 'in situ' en lugar de fiarse de vídeos que recogen sus virtudes pero ninguno de sus defectos. En eso, hace bien.
En este sentido me da la impresión de que los tres jóvenes brasileños tienen pocas opciones. En su caso la inexperiencia no ayuda nada porque la adaptación a la Segunda División española, igualada y competitiva, es larga y difícil por la evidente diferencia de estilo y de cultura.
Fijémonos en otro detalle: de los treinta y cuatro profesionales que se han vestido de corto este verano, solamente cuatro son delanteros. Centrocampistas y zagueros, a boleo. Está claro que el mayor problema del Mallorca en estas últimas temporadas ha sido la cantidad de goles que ha encajado.
Siempre nos hemos quedado con la duda de si el punto débil era la línea más retrasada, portero incluido, o si el equipo jugaba a cosas extrañas que no exigían la solidaridad de los hombres más adelantados del equipo. Sea como fuere el problema forma parte del pasado, pero ya que estamos en ello y dada la extremada duración de este campeonato eterno, salir a por uvas con sólo un cuarteto de artillería sincroniza con riesgo.
En términos puramente matemáticos, habrá que hacer una criba profunda. Si Ferrer quiere una tripulación que no exceda de veintidós o veintitres miembros, ahora mismo sobra un once completo. A partir de aquí que cada uno haga sus quinielas y señale a los sobrantes. División de opiniones. Seguro.
