Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Análisis

Al pan, pan, y al fútbol, pasión

No se puede decir que la irrupción de empresarios extranjeros en clubs de fútbol españoles haya sido presidida por el éxito. Santander fue escenario del peor ejemplo, que ha terminado con el Racing de nuevo gobernado por sus propios seguidores. Tampoco el Málaga puede presumir mucho de mano de los árabes y ahora mismo la mayor incógnita la plantea el Valencia dirigido por el multimillonario Peter Slim, que tiene muy poco que ver con los dos alemanes aterrizados en Son Malferit y en Son Moix respectivamente.

Claro que el resto de clubs cuyas acciones controlan propietarios españoles tampoco están para tirar cohetes, sino todo lo contrario. Casi todos al borde de la ruina y a la espera de un rescate que no se sabe de dónde va a llegar, si es que lo hace. Triste, lamentable pero real. No bucearemos en la Segunda División B por si nos encontramos con un caos aún mayor.

Podemos compartir la opinión de quienes aseguran que la nacionalidad es lo de menos y, sobre todo, cuando estamos hablando al fin y al cabo de ciudadanos europeos. Sin embargo, nos sentimos más identificados con aquellos aficionados para los que el fútbol es un sentimiento antes que un negocio e incluso un espectáculo.

Si Valdano lo definió como un estado de ánimo, particularmente prefiero concebirlo como una pasión, tal y como reflejaba el añorado Juan Tribuna, antiguo redactor deportivo de Radio Sevilla en su libro 'Al pan, pan y al fútbol, pasión'.

Mientras no se regule un mercado en el que las empresas no tienen la menor posibilidad de generar beneficios en tanto en cuanto quieran competir con un mínimo de opciones de igualdad, nadie es capaz de meterse en este bosque por altruismo.

Un hombre puede cambiar de tierra, de religión, de mujer y algunas cosas más, pero nace y muere con un mismo equipo. Claassen y Volkmann pueden ser mentes privilegiadas, pero en sus corazones no hay un átomo de sangre roja ni blanquiazul, y eso no se compra ni se vende.

Compartir el artículo

stats