No sirve, por tópica y machista, la frase de que el fútbol es cosa de hombres. El deporte rey, que moviliza a millones de aficionados, es algo muy diferente a lo que se vio el sábado en Son Moix. El Alcorcón afrontó el partido con la lección bien aprendida. El objetivo era marcar territorio desde el primer minuto, ir a por todas y condicionar la labor de un árbitro que, además de ser muy malo, le faltó personalidad. Bordalás, técnico del conjunto madrileño, ya puede decir misa. Su equipo es duro, por momentos violento. No debe ser casualidad que, después de trece jornadas, sus jugadores lideren la clasificación de más tarjeteados. El sábado tuvo la gran suerte de que su rival cayó en la trampa de la provocación, y eso que estaban advertidos. Al final, Karpin fue el más certero: "Suerte que no jugó Marco porque sale en camilla".