El Real Mallorca selló matemáticamente la permanencia sostenido por un Aouate monumental, clave en un empate a cero que acabó siendo suficiente para seguir un curso más en la Liga Adelante. Fue la mejor versión del israelí, en el que pudo ser su último partido antes de convertirse en el nuevo hombre fuerte del Real Mallorca. Hubo celebración en las filas bermellonas y en las del Córdoba, que cerró su clasificación para el ´play-off´.

El Mallorca tiró de solvencia en la primera mitad, pero se deshizo en la segunda, acogotado por los nervios y unos resultados que en los terrenos de juego donde se jugaba la permanencia le dejaban al borde del descenso.

En todo caso, agrio fin de curso para un Mallorca llamado a pelear por el ascenso y que tuvo que conformarse con ser testigo de la euforia que se desató en El Arcángel.

El grupo bermellón no se salió una coma del manual de Javier Olaizola en la primera parte. Hubo intensidad, entrega y confianza a partes iguales, y protagonizó uno de los mejores arranques de la temporada. No se habían cumplido diez minutos cuando Hemed tuvo dos claras ocasiones para perforar la meta de Juan Carlos. El primer remate lo atajó el meta local y el segundo, un cabezazo tras una asistencia de Ximo que pasó muy cerca del poste. Era el Mallorca mejorado de Olaizola, sólido, juntas las líneas y muy poco predispuesto a cometer errores.

El Córdoba superó el mal trago y Pedro respondió con un latigazo, pero apareció el Aouate de los mejores tiempos para desviar con una gran estirada. La pelota quedó a los pies de Uli, pero se enredó entre la maraña defensiva del Mallorca.

Martí marcaba el ritmo del partido, Hemed y Brandon combinaban y el Córdoba empezaba a notar la presión. El encuentro tenía color bermellón, pero fue el Córdoba el que avisó otra vez. Agus cometió falta en la frontal del área -el árbitro le perdonó la expulsión porque ya cargaba con una amarilla- y el lanzamiento de Uli, seco y por abajo, obligó a Aouate a protagonizar otra gran intervención.

La primera mitad se consumió sin goles y con equilibrio de ocasiones, con un Mallorca que había confirmado su mejoría, intenso, consciente de la responsabilidad pero liberado de aquella ansiedad que paralizaba pies y cabezas.

Quedaban 45 minutos para consolidar la permanencia. Los marcadores en los partidos de los rivales directos acompañaban y dejaban momentáneamente al Mallorca fuera de peligro, pero Olaizola ya había perdido por lesión a dos de sus titulares: Iriney en la primera mitad y Ximo en los primeros compases del segundo tiempo.

Y aparecieron los nervios. El Mallorca se desconectó del encuentro. Llegaban malas noticias de los otros escenarios en los que se jugaba la permanencia, eran minutos en los que un gol del Córdoba le enviaba a Segunda B. El equipo de Olaizola se desdibujó, perdido en un mar de imprecisiones, sin apenas inquietar la meta de Juan Carlos. La tuvo Iago Bouzón en un cabezazo que habría enviado a los bermellones a la lona.

El Córdoba jugaba más suelto y con más intención porque competir por la promoción de ascenso pesa mucho menos que jugarse un descenso a Segunda B y casi casi la vida.

Tuvo que volver a aparecer Aouate a catorce minutos del final para repeler un disparo de Pelayo. El grupo de Ferrer era mucho más equipo que el Mallorca, agarrotado y completamente a merced de lo que sucediera en otros campos.

El terreno de juego ya era un campo de batalla en el que el Mallorca tenía todas las de perder, pero favorecido por el paso de los minutos y la inoperancia del Córdoba ante Aouate.

El encuentro se consumió con la práctica certeza de que las tablas valían a uno y otro equipo. Fueron los últimos minutos de un Mallorca en una lamentable temporada. Se evitó la tragedia, pero empieza el tiempo de las responsabilidades.