Ni por orgullo, ni por talento, ni siquiera por el escudo que representan. Ya está bien de hacer el ridículo. Los jugadores del Mallorca se están recreando en su idea de no dar la talla justo cuando más lo necesita el equipo y, ayer en El Toralín, volvieron a claudicar ante una modesta Ponferradina que lucha para salvarse y a la que le bastaron dos errores defensivos de los rojillos, para variar, con los goles de Alberto Aguilar y Yuri, para obtener el triunfo. Está claro que hay opciones matemáticas de luchar por el play-off de ascenso, ahora a seis puntos más el golaverage, pero el mallorquinismo se hará un favor si se olvida de ello y solo piensa en acabar la temporada lo antes posible. Porque lo triste es que los puestos del descenso solo están a cuatro puntos a falta de ocho jornadas, por lo que todavía hay mucho por hacer.

?Por supuesto que el máximo responsable de este desastre es el que ha diseñado esta plantilla, Llorenç Serra Ferrer, y que los técnicos José Luis Oltra primero, y ahora Lluís Carreras, tienen una cuota de responsabilidad, pero donde hay que mirar de verdad es en estos futbolistas, que tienen mucho más cartel que la mayoría de adversarios contra los que pierde, como anoche. Quizá se ha sobrevalorado esta plantilla, pero lo que no puede ser es que semana tras semana sean los que llegan siempre los segundos a los balones divididos, que el contrario siempre muestre más tensión, que no sepan defender y que tengan el punto de mira desviado. La plantilla más millonaria de la Liga Adelante, con mucha diferencia respecto al resto, está avergonzando a una afición que lleva demasiado tiempo recibiendo palos. Y lo peor es que si esto sigue así parece que no será el último. Por eso ahora lo importante es olvidarse de fantasías y que la calculadora solo se use para conocer cuántos puntos hay que sumar para que la próxima temporada el Mallorca siga en Segunda División. Y esto hay que tomárselo en serio de verdad, porque ya hay ejemplos, como el del Racing el curso anterior o el Tenerife hace cuatro, que han pasado de Primera a Segunda B en solo un año. Por mucho que parezca exagerado recordarlo, basta con mirar la actual clasificación.

?Desde el primer minuto dio la impresión de que ambos conjuntos buscaban el contraataque. Los rojillos quizá tenían más el balón, pero eso no se traducía en peligro. Solo Álex Moreno, que salió como una moto, se mostraba con cierta intensidad, pero con tanto desacierto como sus compañeros. Hemed y , sobre todo, Thomas, lo intentaron con disparos desde lejos, un fiel reflejo de que con juego combinativo no encontraban el éxito.

?El delantero israelí, más allá de que estaba lento, sufría en soledad porque era una isla en el ataque visitante. Hasta que el Mallorca empezó a perder balones absurdos en el centro del campo que dieron alas a los locales, que se dieron cuenta de que con presión y poco más vulneraban el sistema defensivo, por llamarlo de alguna manera, de los baleares. Javi Lara, Yuri y Berrocal, que falló cuando tenía la portería para él, avisaron con sus tiros de lo inevitable.

?Carpio robó la pelota a Hemed, que se quejó de falta, en el interior del área y el pase encontró la bota de Alberto Aguilar, que adelantó a la Ponferradina en el 33. Hacía más de trescientos minutos que los bercianos no batían a un portero rival, otro dato para desquiciarse. Los de Carreras no solo no reaccionaron, sino que siguieron exhibiendo las dudas de antes, aunque el marcador ya no se movió hasta el descanso.

Carreras lo intentó en la reanudación con Razza en la banda y Marco como mediapunta, pero el resultado es que la Ponferradina marcó el segundo. Nsue fue bailado en el lateral por Javi Lara y Bellvís, que centró el balón, Ximo no acertó en el despeje y Yuri controló para fusilar a Miño. Ya no había mucho más que hacer. El Mallorca lo intentó a fogonazos, sobre todo con Álex Moreno, de lo poco que se salva, y Marco, pero los locales tampoco sufrieron demasiado. Ni siquiera cuando se quedaron con diez por la expulsión de Samuel a cinco del final. De este Mallorca ya se ríe cualquiera.