Por primera vez desde su llegada a Palma, Lluís Carreras podrá preparar con tranquilidad el próximo partido. Llegó con el tiempo justo ante el Barcelona B, que se llevó los puntos de Son Moix, y no pasó del empate en La Romareda. Ayer, a la tercera, llegó la primera victoria con el catalán en el banquillo. Un triunfo conseguido sin alardes pero que servirá para calmar algo los ánimos de un club en permanente ebullición. Se pudo comprobar ayer una vez más. En los primeros minutos la atención estaba más centrada en la grada que en lo que ocurría sobre el terreno de juego. Nsue era el blanco de la ira de los hinchas más bulliciosos y en el minuto 12, como estaba previsto, la afición dio la espalda al palco, una vez más ausente, en una imagen sin precedentes y que refleja como ninguna otra el hartazgo de los seguidores rojillos.

Mientras, el partido discurría sin mucho que contar. Mallorca y Tenerife dedicaron los primeros minutos a estudiarse. A los de Carreras, nerviosos por lo mucho que se jugaban -una derrota les condenaba a plazas de descenso- les quemaba el balón. Apenas llegaban a los dominios de Roberto, guardameta del Tenerife. Hasta que en el minuto 25, Marco, el hombre del partido, enganchó un zurdazo desde fuera del área y batió por bajó al portero en el primer palo. Fue un bálsamo para el equipo, que hasta el final de la primera parte jugó los mejores minutos del partido. Se vio al Mallorca que se supone quiere Carreras: dominador, agresivo, poseedor del balón y mandando sobre el rival.

Fue el primer gol de Marco con el primer equipo. Apasionado del fútbol -los que le conocen dicen que desde que se levanta hasta que se acuesta solo piensa en el balón-, el juvenil rojillo, la perla de Son Bibiloni, demostró ayer que va sobrado de clase. Tiene una zurda de oro, encara al rival y no se arredra ante nadie. En la siguiente jugada a su estreno como goleador regaló al público una ´delicatesen´ desconocida en estos lares. Se hizo con un balón que se iba por la línea de fondo y, en un palmo de terreno, se deshizo de un rival. Una acción que levantó el ¡Oh! del público, necesitado más que nunca de un futbolista que ofrezca algo diferente.

Se daba una situación nueva con respecto a las últimas jornadas. Por primera vez en mucho tiempo el Mallorca debía gestionar un resultado favorable. ¿Qué equipo se vería tras el descanso, el ambicioso que busca el gol de la tranquilidad, o el de toda la temporada, el que sufre y hace sufrir luchando por mantener la mínima ventaja? Lamentablemente se vio al segundo. Salvo un cabezazo al poste de Alfaro a la salida de un córner, el balón fue del Tenerife. Los de Carreras jugaban con fuego, y les salvó ayer que delante tenían un rival fallón en defensa y sin mordiente arriba. Edgar pudo empatar a los cinco minutos pero, incomprensiblemente, falló cuando nadie se interponía en su camino. Pero el fútbol no entiende de dominio ni de ocasiones. Como decía el añorado Luis, el fútbol es ganar, y se gana con goles. Que es lo que hizo Thomas a veinte minutos del final. Aprovechó un pase de Alfaro y, desde fuera del área, lanzó un obús que hizo inútil la estirada de Roberto. Es el segundo gol consecutivo del africano, que está aprovechando a las mil maravillas la ausencia del sanconado Iriney.

El Mallorca logró un importante triunfo que le aleja momentáneamente de las plazas de descenso y que le mantiene a tiro de las de promoción, hoy por hoy, el único objetivo que se debe marcar hasta final de temporada. El grupo de Carreras sigue sin convencer. Se nota la mano del catalán en que el equilo quiere hacerse el dueño del balón, pero habrá que preguntarse si tiene jugadores para ello. De momento, el equipo se garantiza una semana tranquila, que no es poco en una institución que parece a gusto en el fango.

El árbitro

Munuera Montero

Sin complicaciones

Había temor por lo que pudiera hacer el colegiado andaluz, con los precedentes de Murcia y Deportivo, pero ayer tuvo la virtud de no complicarse la vida, ayudado por el buen comportamiento de los jugadores.

Lo mejor

Marco

Sin duda, la mejor noticia del partido para el Mallorca. El juvenil fue de largo el mejor de su equipo y del partido, demostrando la gran calidad que atesora. Fue el autor del primer gol, el que dio algo de tranquilidad a un equipo necesitado de ella, y siempre jugó el nalón con criterio.

Lo peor

El conformismo

El equipo de Carreras encaró la segunda parte sin ninguna ambición, dando por buena la mínima ventaja con todo el riesgo que suponía. Se dejó dominar por un Tenerife afortunadamente desacertado.