La parcela deportiva sostiene de momento a un Real Mallorca que se descompone en lo institucional. El grupo de José Luis Oltra demostró en Eibar que le está cogiendo el pulso a la categoría. Sumó su segundo triunfo consecutivo, el cuestionado técnico valenciano salió reforzado tras arriesgar con el once y refrescó un ambiente muy cargado por la guerra abierta entre Llorenç Serra Ferrer y Biel Cerdà, los dos hombres que hace meses se repartieron el poder del club con un acuerdo de sindicación que ahora el pobler desea romper.

En estos últimos años la pata deportiva mantenía en pie a la institución mientras los accionistas libraban sus batallas. Pero esta vez las cosas son diferentes. Las hostilidades entre los dos apoderados hacen al club ingobernable. Y al equipo, en Segunda División, le urge volver este mismo curso a Primera para no sufrir un colapso económico.

Serra Ferrer ha tocado fondo. Enfrentado con todos los amigos y colaboradores a los que pidió ayuda en el proyecto que capitanea desde 2010, está harto y cansado. La pésima relación que mantiene con Cerdà es irreversible y no descarta abandonar, pero para ello necesita dos cosas: una oferta por sus acciones y el consentimiento del pollencí. La sindicación les ata hasta 202o y sin el acuerdo de ambos, no es posible plantearse nuevas alianzas y cambios de poder.

A eso se aferra Cerdà para conservar su estatus. El presidente fracasó en su intento por cobrar 200.000 euros anuales, pero parece dispuesto a seguir en la silla. Después del encuentro contra el Eibar descartó cualquier abandono y aseguró que el pacto de sindicación garantiza la gobernabilidad del club. Minutos antes del Consejo de Administración del viernes propuso romperlo a Serra Ferrer, aunque en Eibar lo negó. "Entiendo que el acuerdo de sindicación que se firmó hace unos meses sigue vigente y que hay que cumplirlo por la estabilidad del club, para que haya paz institucional", subrayó.

¿Un cambio de propiedad?

El horizonte se ha llenado de interrogantes. El control del club está en manos de dos hombres que se aborrecen pero que están obligados a votar las mismas propuestas y decisiones en el Consejo de Administración. "Problemas internos", los llamó Cerdà en Ipurua: "La gobernabilidad del club es segura, se va a hacer de la manera que sea. Estamos en una situación económica muy estable y es verdad que tenemos que resolver los problemas internos que tenemos".

Lo cierto es que es una crisis de calado que puede acabar en un cambio de propiedad. O no. Si los resultados deportivos acompañan y el ascenso se convierte en algo tangible cabe la posibilidad de que los dos apoderados aguanten y aplacen el desenlace hasta final de temporada. Un cambio de gestores siempre es un trauma para el vestuario, por mucho que este parezca blindado.

Utz Claassen se perfila como la única alternativa al binomio Serra-Cerdà, siempre que esa sindicación se deshiciera. Es el único con poder adquisitivo para afrontar un desembolso importante por los títulos del máximo accionista. Y el único dispuesto a comprar en caso de que se hablaran de cantidades razonables. Sin embargo, desde su entorno advierten que antes de hablar el germano querría tener una completa y rigurosa radiografía de las cuentas de la institución: "Antes de empezar cualquier negociación habría que ver cómo está la situación financiera del club. A Claassen podría interesarle un Mallorca moribundo porque podría darle vida; pero no le interesa un Mallorca muerto".

La victoria en Eibar ha rebajado algo de presión en los despachos, pero todavía resuenan las palabras que le lanzó Serra a Cerdà durante el Consejo del viernes: "¿Me estás llamando mentiroso? Ya veo el tipo de personaje que eres. No eres una persona digna para ser presidente del Mallorca. Eres capaz de hacer cualquier cosa por sentarte en esta silla".

Lo que hizo estallar al pobler fue el plan de Cerdà de que este mercado de invierno todas las propuestas de altas y bajas sean aprobadas por el Consejo de Administración. Una bofetada para el pobler, que después de haber sido arrinconado a la parcela deportiva, ve cuestionado su criterio. Y un nuevo órdago de Cerdà, que en privado desprecia a menudo el trabajo del director deportivo.

El contenido de las negociaciones que Cerdà mantuvo con Claassen para arrebatar el control del club al pobler y entregárselo al alemán desveladas por este diari0 ha hecho saltar por los aires una relación que desde hace mucho tiempo solo se mantenía por el interés común de protegerse contra intentos de compra de terceros.

El Mallorca está en disposición de sumar su tercera victoria consecutiva si derrota al Numancia el domingo en Son Moix. Un registro que amortiguaría la crisis institucional, pero no la resolvería.