­El Mallorca está en Segunda por méritos propios. Treinta y ocho jornadas, diez meses de competición dan para mucho, para corregir los errores -muchos- que se hayan podido cometer. Y entre la mala suerte en forma de lesiones, y que por las circunstancias que sean, los jugadores llamados a marcar la diferencia no han respondido como se esperaba, han llevado al equipo al infierno de la Segunda División.

La temporada comenzó con la corriente del buen final de la anterior. Se alcanzó la quinta jornada con once puntos. Todo parecía ir a pedir de boca. Pero llegaron los primeros contratiempos, en forma de lesiones. La primera, de Javi Márquez, uno de los fichajes estrella de la pretemporada, procedente del Espanyol, donde era santo y seña. El 23 de septiembre, tras ganar al Valencia en una soleada matinal, el equipo se coloca segundo. Pero a qué precio. Javi Márquez abandona el terreno de juego a los veinte minutos. Al día siguiente se conoce el alcance de la lesión, rotura del maleolo interno del tobillo izquierdo, que le obliga a pasar por el quirófano y estar tres meses de baja.

Las desgracias no se quedarían aquí. El 3 de octubre Nunes es operado del menisco externo de la rodilla derecha. Al día siguiente Antonio López se lesiona en el entrenamiento, y el día 5 es operado junto a Nunes. Tres meses de baja para ambos, aunque para el ex jugador del Atlético se convertirían en muchos más. Y, para colmo, Joao Víctor se lesionó ante el Granada a los trece minutos. El pronóstico, el más grave para un futbolista: rotura del ligamento cruzado de la rodilla. Final de temporada para el brasileño.

El equipo acusó las bajas de cuatro hombres importantes, tres de ellos titulares y un cuarto, Joao Víctor, que se había convertido en el jugador número doce. Los malos resultados empezaron a llegar. Y todas las miradas se fijaron en la defensa, en el centro de la zaga. Ausente Nunes por lesión, Caparrós se tuvo que decantar por Anderson, el único central puro que le quedaba junto a Geromel. Pero desde el primer momento se pudo comprobar que el brasileño no daba la talla. Muy endeble técnicamente, estaba claro que no era la pareja para un Geromel que se contagió de los nervios de sus compañeros y cada vez cuajaba actuaciones más pobres. Por la larga lesión de Joao Víctor, al club se le permitió reforzarse. Lo hizo con Fontàs, que parecía el indicado para jugar de central. Pero Caparrós dejó muy rápido de confiar en el catalán, que tampoco se ha ganado la confianza de Manzano. Sin duda, un fichaje de lo más extraño. Al final ha sido Bigas el que más ha convencido como pareja de Geromel.

En ataque, Gio, el hombre encargado de marcar las diferencias, tampoco lo ha hecho. Le costó un mundo coger la forma después de llegar con la Liga empezada. Y cuando la cogió, le rompió sus viajes al otro lado del Atlántico con su selección. Llegó dos días antes del trascendental partido ante el Deportivo, el 31 de marzo. Su actuación fue decepcionante, como en muchos de los partidos que le han seguido. Tampoco le han acompañado sus compañeros de línea, en especial un Víctor que ha rendido muy por debajo de sus posibilidades y de un Hemed que, pese a sus más que meritorios once goles, ha pasado una larga temporada en el dique seco, sin ver puerta.

En definitiva, una triste temporada de un equipo que, por calidad, no debía haber perdido la categoría. Las lesiones, la ansiedad y una mala gestión en el banquillo han precipitado la caída.