El Real Mallorca afronta estos días una segunda pretemporada para corregir errores, apuntalar conceptos y acoplar a los refuerzos de este verano, algunos de los cuales han llegado a la isla sin apenas haber entrenado. El parón liguero por los compromisos de las selecciones siempre supone un punto de inflexión para los equipos que apenas han empezado a caminar por la Liga.

En el caso del conjunto de Joaquín Caparrós esta segunda pretemporada llega en un momento tranquilo por la buena marcha del equipo, que ha sumado siete puntos en las tres primeras jornadas -dos victorias y un empate-, comportándose además como un equipo competitivo.

Pero hay cosas por corregir. Al Mallorca, como sucedió la mayor parte de los encuentros la pasada temporada, le cuesta un mundo cerrar un partido completo. La irregularidad sigue siendo uno de los atributos que caracterizan a los hombres del preparador mallorquinista.

En la victoria contra la Real Sociedad del pasado sábado los bermellones ofrecieron un juego muy discontinuo, con una primera parte muy floja en la que y una segunda mitad mucho más solvente que sirvió para marcar el gol que acabaría con el triunfo rojillo. El cambio de imagen se forjó en el descanso, cuando Caparrós enseñó a sus futbolistas imágenes que reflejaban los errores más destacados del encuentro.

Con el 1-0 se incurrió en otro vicio muy característico de la pasada campaña: perder la posesión de la pelota. El técnico utrerano incidió al término de aquel encuentro en la necesidad de mantener el control de la pelota con el marcador a favor y en contra en la medida de lo posible. De hecho, los donostiarras estuvieron muy cerca del empate en los minutos finales del partido.

Lo mismo sucedió una semana antes ante el Málaga. Los bermellones se adelantaron en La Rosaleda, cedieron metros de terreno de juego y llegó el empate. Al final del encuentro el Mallorca también sufrió para conservar el punto.

Físicamente sí ha habido una evidente progresión, aunque hay futbolistas muy lejos de estar a un buen nivel. Estos días de paréntesis en la competición deberían servir para poner a punto a futbolistas como Pedro Geromel -que prácticamente no ha entrenado en todo el verano- y encarrilar la recuperación Arizmendi y Giovani. En ambos casos es muy poco probable que estén en condiciones de jugar ante Osasuna en el Reyno de Navarra.

Otras incorporaciones estivales como Anderson Conceiçao, Antonio López y Javi Márquez parecen estar ya a un gran nivel competitivo.

Estos días Caparrós ha planificado dobles sesiones de trabajo en las que lo físico es el protagonista, al menos en las matinales que tienen lugar en el golf de Son Quint. Recuerdo de una pretemporada que vivió sus jornadas más intensas y agotadoras en aquel mismo escenario.

Está previsto que los bermellones puedan tomarse unos días de descanso este fin de semana antes de preparar el difícil desplazamiento a Pamplona. Hasta entonces, será tiempo de corregir errores y entonar algunas notas que aún desafinan.