El Real Mallorca lleva varias semanas protagonizando una lenta pero constante carrera hacia una permanencia que ya se perfila en el horizonte. Y está siendo en un marzo en el que el calendario presentaba su peor cara cuando se han producido los mayores progresos. La derrota del Racing de Santander ayer en Cornellà frente al Espanyol ha dejado a los bermellones a nueve puntos del descenso. Los aciertos propios más los errores ajenos han dejado el objetivo más cerca que nunca.

Y aunque nadie se hace ilusiones con Europa lo cierto es que a día de hoy el equipo está más cerca de la Champions (a ocho puntos del cuarto, Levante) y de la Liga Europa (a seis del Espanyol, sexto) que del descenso.

La victoria del domingo frente al Atlético de Madrid ha supuesto sumar unos más que dignos 33 puntos cuando quedan once jornadas para el final del campeonato. Si no aparece una caraja como la que sufrió el Mallorca el pasado curso, los bermellones no deberían pasar por excesivos apuros para sellar la permanencia en Primera División por decimosexta temporada consecutiva.

La derrota en Málaga cuando se llevaban disputadas 22 jornadas dejó al Mallorca a dos puntos de la salvación y encendió todas las alarmas. Fue un doce de febrero y por aquel entonces Caparrós parecía no saber qué hacer con un equipo tremendamente inconstante que llevaba demasiado tiempo cortejando con el descenso.

El grupo pareció encontrar el rumbo con la goleada por 4-0 al Villarreal, para volver a caer en la depresión en la derrota por 1-0 en Anoeta en uno de los encuentros más lamentables de la presente temporada. Afortunadamente Racing y Sporting ya habían entrado en barrena e, incapaces de sumar victorias, dieron oxígeno a un Mallorca que se había situado a cuatro puntos del descenso, siempre más por deméritos de los demás que por méritos propios.

Pero luego llegaron dos empates consecutivos ante Osasuna y Valencia, y la victoria frente al Atlético de Madrid. Cinco puntos de nueve posibles, un promedio que de tener continuidad garantiza una cómoda permanencia. Sumado a los tropiezos de un Racing que no reacciona y que por ahora marca la frontera con el descenso, los hombres de Caparrós han despejado muchas dudas y, por primera vez, viven la competición con una relativa tranquilidad.

Los bermellones tienen una nueva prueba de fuego mañana en su visita al Sporting de Gijón, penúltimo clasificado. Un duelo dramático hasta hace pocas semanas que ahora se ve de otro color. Con un empate basta para mantener a raya a los de Javier Clemente. O sea, a nueve puntos.