­La zurda de Sergio Tejera llevaba demasiado tiempo alejada de los focos. No es normal que una bota tan prodigiosa llevara desde el 6 de noviembre, en el duelo contra el Sevilla, sin volver a pisar el césped en partido de Liga. En aquella ocasión pasó desapercibida, pero el sábado, en los cuarenta y cinco minutos que dispuso contra Osasuna, sucedió todo lo contrario. El Mallorca mejoró con el mediapunta en el campo, ya no solo porque sustituyó a un apagado Tissone, sino porque es un futbolista diferente.

?Tejera se atreve a hacer cosas que a muchos de esta plantilla ni se les ocurre. Pero lo que más se apreció quizá fue lo que menos le costó hacer. Sirvió un magnífico balón desde el córner, con uno de esos balones altos pero con toda la intención del mundo, para que Nsue pusiera la cabeza con talento y salvara un punto.

?El ex del Chelsea y Espanyol, aunque ascendió al primer equipo desde el filial rojillo, las ha vivido de todos los colores a sus veintiún años. Irrumpió la pasada temporada con tanta fuerza que su cotización subió como la espuma. A Laudrup no le quedó más remedio que empezar a darle más minutos. Se asoció con De Guzmán y se erigió en un gran valor para los baleares, que solo lamentaban su irregularidad. Serra Ferrer se apresuró a dejar claro que era instransferible, fruto de su enorme margen de evolución. Incluso en esta misma pretemporada el técnico danés le colocó en la banda derecha por la presencia del holandés, cualquier cosa antes que no alinearle.

?Y con la marcha al Villarreal de De Guzmán, las esperanzas recayeron en Tejera. Era el ideal para ser el jugador de último pase, el que todo delantero desea tener detrás para aprovechar sus centros milimetrados. Hasta que se topó con Caparrós. El utrerano empezó confiando en su fútbol –incluso fue titular en el Calderón–, pero fue desapareciendo paulatinamente tras encadenar malas actuaciones. Le faltaba garra y más presencia para el gusto de su nuevo entrenador, que detestaba sus pérdidas de balón, fruto de que es de los que siempre arriesgan. Del banquillo pasó a la grada, y de ahí a la enfermería. Incluso jugó un amistoso con el filial para no perder la forma. Pero las bajas de Pina y Joao le incluyeron en la lista. Y volvió a jugar, a perder balones, pero a hacer cosas diferentes que no se pueden desaprovechar. Y Caparrós debe saberlo.