La irregularidad es una enfermedad que aqueja a la práctica totalidad de los equipos de Primera División, con las excepciones de Real Madrid y Barcelona, y la prueba es la escasa diferencia que hay entre los equipos con aspiraciones europeas y los que libran su batalla para no descender. El Real Mallorca no escapa a una discontinuidad que le ha impedido sumar dos victorias consecutivas en la presente temporada.

De hecho, los bermellones no enlazan dos triunfos seguidos desde el mes de enero de 2011, cuando aquel equipo entonces entrenado por Michael Laudrup venció al Hércules (3-0) y al Almería (4-1) en Son Moix. Ha pasado un año largo y volver a repetir estos registros se está convirtiendo en una especie de obsesión.

Habría que remontarse todavía más en el tiempo para encontrar dos victorias consecutivas logradas en casa y a domicilio. Fue en noviembre de 2010, cuando los bermellones vencieron al Sevilla por 1-2 en el Sánchez Pizjuán y una semana después se impusieron al Málaga por 2-0 en el estadio bermellón.

Aquellos resultados se produjeron al abrigo de una magnífica primera vuelta en la que los bermellones vieron desde la distancia los apuros que pasaban otros por despegarse de la zona de descenso. Con anterioridad se habían deshecho consecutivamente del Valencia y del Levante. La historia no volvió a repetirse en una pésima segunda vuelta.

Tampoco este curso, cuando el Mallorca ha flaqueado en casa y a domicilio. Tardó en llegar la primera victoria lejos de Son Moix –en diciembre ante el Zaragoza en La Romareda (0-1)– pero los rojillos echaron por tierra aquel triunfo con una sonora derrota ante el Getafe en Palma. Tampoco tuvo eco la victoria en el feudo del Rayo una semana después, cuando el conjunto de Caparrós perdió en su desplazamiento a Barcelona para jugar ante el Espanyol.

Esta tarde hay una nueva oportunidad en la visita a Anoeta. Caparrós sabe que la clave para poner tierra de por medio con el descenso reside en enlazar dos victorias consecutivas, más aún en una Liga tan igualada. De hecho, una estadística como esa pondría incluso a los bermellones muy cerca de la zona europea, aunque nadie apuesta porque el Mallorca se marque objetivos tan ambiciosos.

Al menos frente al Villarreal los mallorquinistas lograron mantener una intensidad constante durante los noventa minutos, algo imposible en los partidos precedentes.

Queda trasladar esa continuidad a la competición. En caso de no conseguirlo hoy en Anoeta el calendario se lo pondrá difícil a los bermellones. La próxima jornada reciben a Osasuna y en los siguientes encuentros tocará medirse al Valencia, Atlético, Barcelona y Sevilla, con un desplazamiento a Gijón para enfrentarse al Sporting.

Caparrós está convencido de que las victorias a domicilio son prescindibles si de lo que se trata es de atar la permanencia. Pero eso obliga al Mallorca a ser extremadamente solvente en Son Moix, y en ese capítulo el equipo también plantea dudas.

A los bermellones les cuesta sacudirse algunos complejos, pero todavía queda mucha tierra por conquistar en esta Liga. Por el momento no hay urgencias, pero la igualdad que existe entre los equipos deja espacio para la relajación.