­El Real Mallorca sufrió una transformación ante el Villarreal que le condujo a la victoria más amplia de la temporada completando además un partido redondo. Tres son los factores que explican el paso adelante dado por un equipo: un sólido trabajo defensivo, regularidad durante los noventa minutos y pegada.

Es todo lo que podía soñar un Joaquín Caparrós que lleva desde octubre tratando de hacer de este Mallorca un equipo competitivo. Hubo una leve mejoría con el arranque de 2012. Pero cada progreso era desmentido por errores que conducían a derrotas imperdonables.

El sábado los bermellones rompieron su techo. Caparrós ya sabe que sus futbolistas pueden dar mucho de sí manteniendo un buen nivel de concentración y aunque quedan muchas jornadas la permanencia ya se ve como un objetivo más asequible.

Pese a todo, el utrerano fue rácano en elogios hacia su equipo. "No creo que haya sido el mejor partido que hemos hecho. El del Madrid también fue bueno, aunque nos faltó el gol. Y en Zaragoza mantuvimos un buen nivel", dijo al término del encuentro contra el Villarreal.

Claro que quedan algunas asignaturas pendientes. Ganar dos partidos seguidos es prioritario, por mucho que se haya instalado la idea de que basta con hacerse fuertes en Son Moix para asegurar la salvación. También sería deseable recuperar para la causa a alguno de los suplentes de campanillas que se sienta en el banquillo, caso de Alfaro y Ogunjimi.

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Excelencia defensiva

En la semana en la que se ha cuestionado el rendimiento de Aouate, el israelí vivió su tarde más plácida gracias a la solidez defensiva con la que se empleó el equipo. Nunes y Ramis rozaron la perfección en el centro de la zaga. Pero la noticia estuvo en los laterales, donde ni Martí Crespí ni Cáceres hicieron concesiones a los atacantes del Villarreal.

Este 2012 el Mallorca ha echado por tierra partidos aceptables cometiendo errores infantiles. Le sucedió a Aouate en los dos últimas visitas al Espanyol y al Málaga. Y a un Cáceres que a veces ha sido un chollo por la izquierda. En la banda opuesta parece que Martí Crespí ha completado con éxito su forzoso reciclaje al lateral diestro para cubrir la ausencia del lesionado Pau Cendrós.

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Noventa minutos de intensidad

Es lo más difícil para un equipo de fútbol y hasta el domingo algo imposible para un Mallorca que casi siempre se deja llevar. Fue toda una noticia que los de Caparrós no soltaran la manija del partido cuando se pusieron por delante en el marcador. Todo lo contrario. Mantuvieron la intensidad durante los noventa minutos y la ambición para ampliar la renta desconocida desde que llegó el técnico utrerano al banquillo.

Caparrós había lamentado en varias ocasiones "las carajas" que afectaban a sus futbolistas durante los partidos y que acababan traduciéndose en derrotas. Queda por saber si lo que se vio el domingo marcará un punto de inflexión o los mallorquinistas volverán a las andadas.

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Contundencia ofensiva

La mejor vacuna contra los problemas para definir es resolver un partido con un 4-0. Esta temporada el Mallorca siempre ha echado en falta un referente en el ataque. Parece haberlo encontrado en Víctor, aunque el peso a la hora de marcar se lo reparten entre varios jugadores.

Los bermellones llevan un promedio goleador muy digno y gran parte del mérito hay que atribuírselo a Gonzalo Castro. El uruguayo marca, asiste y revoluciona el ataque en su mejor –y probablemente último– curso con el Mallorca.