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60 años sin focas en Mallorca

En abril de 1958 fue cazado el último ejemplar de 'vell marí' en aguas de Cala Tuent ?La especie está extinta desde entonces

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60 años sin focas en Mallorca

Abril del año 1958. Dos hombres llegan en barca al Port de Sóller con el cadáver de un vell marí, nombre autóctono de la foca monje mediterránea, que acababan de batir en aguas de Cala Tuent con dos tiros de arma de fuego. Los turistas se hacen fotos con el trofeo. La piel del animal, un adulto de 2,52 metros, fue utilizada para tapizar sillas.

Estos días se cumplen seis décadas de la caza del último vell marí en aguas de Mallorca, isla que no ha vuelto a tener ninguna colonia fija de este bello mamífero, del que apenas quedan unos 500 ejemplares en todo el mundo, principalmente en las costas de Mauritania, Argelia, Madeira y el mar Egeo.

El vell marí es el último vertebrado extinto en Balears. Desapareció en los años 50. Un anteproyecto elaborado por el Govern en junio de 2006 para recuperar la foca monje en las islas (hoy en punto muerto) apuntaba que "parece claro que la extinción se debió fundamentalmente a la persecución directa, por arma de fuego, redes e incluso trampas especialmente diseñadas". Eran otros tiempos, y la foca era competencia directa para los pescadores.

Xisco Avellà, catedrático de Biología y fundador, en 1986, del Fondo para la Foca del Mediterráneo (FFM), una ONG dedicada a la protección del vell marí, es uno de los máximos conocedores de la presencia de la foca monje en Balears. En la década de los 70 realizó un trabajo de investigación sobre los ejemplares cazados en la isla desde el año 1920 que refleja la evolución de la población mallorquina de vells marins a lo largo del pasado siglo, cuando cayeron abatidos 25 ejemplares en Mallorca, 15 en Menorca, cinco en Cabrera y uno en Eivissa. La mayoría de ellos fueron cazados por arma de fuego y el arte pesquero de la almadrava, aunque también se produjeron casos de muertes a garrotazos, a pedradas e incluso con el uso de dinamita.

La mayoría de cazas se produjeron entre 1910 y 1930. Desde el año 1958 hasta la actualidad no se ha matado ninguna foca en nuestras aguas porque, sencillamente, el vell marí no forma parte desde entonces de la fauna propia de Balears, a pesar de que en ocasiones se han avistado focas que visitan esporádicamente nuestra costa. En 2007 se vio un ejemplar cerca de las Illes Malgrats, en Santa Ponça, y el pasado año 2017 un vell marí nadaba tranquilamente en aguas de Santanyí.

¿Significa ello que podría reintroducirse una colonia de focas en Balears? "Es un tema complejo que tiene partidarios y detractores", apunta Xisco Avellà.

El biólogo explica que el regreso del vell marí a las islas podría realizarse mediante una colonización natural de la especie, si se dan las condiciones ambientales óptimas, o bien mediante una reintroducción forzada que, según Avellà, presenta más inconvenientes porque implicaría la captura de los animales en algunas de las colonias en las que viven, a raíz de un convenio con los países que los albergan. "Además, tal vez las focas estarían mejor en otra parte, como Córcega, por ejemplo; a todos nos gustaría que el vell marí regresara a Balears, pero no para satisfacer nuestro ego, lo importante es que los animales estén bien", subraya.

Cabrera, el lugar ideal

Nadie duda de que el parque natural de Cabrera sería el sitio ideal para las focas si finalmente, ya sea de forma natural o artificial, se reintroduce la especie en Balears. No obstante, no es oro todo lo que reluce. "Cabrera es un hábitat excelente, pero la presencia de morunas (artes de pesca) representa una amenaza letal para las focas", apunta Avellà.

Es cierto que en la isla se han prohibido determinadas modalidades de pesca agresivas, como el arrastre, pero se sigue permitiendo la pesca con moruna, que es un arte dirigido especialmente a la pesca de serviolas, pero "es muy peligrosa para las focas", señala el biólogo. "El día que una foca muera ahogada en una moruna en Cabrera, habrá que señalar a los responsables de que esa modalidad de pesca siga estando permitida en el parque nacional", indica. La situación ideal, según muchos ecologistas, es que "Cabrera tendría que convertirse en una reserva integral de pesca, indemnizando a los pescadores afectados".

A pesar de todos los interrogantes que plantea la reintroducción, Xisco Avellà se muestra optimista cuando afirma que "el vell marí podría recolonizar Balears desde Argelia", donde reside la población de focas más próxima a nuestras islas.

"En Cabrera hay cuevas que podrían servir de refugio, y alimento en abundancia", opina el profesor de Biología. No obstante, "lo que hace falta es saber si el espacio es suficientemente extenso para que una población viable de focas (una docena de miembros, como mínimo) viva de forma sedentaria sin salir de los límites del parque". Y es que las focas "no son patos o águilas, se desplazan a grandes distancias". Y todos sabemos que en la costa mallorquina la masificación juega en contra.

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