Sa Calobra es hoy, más que nunca, un buen reflejo de la situación y de cuanto ocurre en Mallorca. Proyecta una de las mejores postales de la isla, el lugar de acceso complejo al que todos quieren acudir. También el enclave natural frágil con constantes arañazos de la masificación turística. Para acabar de complicarlo, depende de un ayuntamiento extenso y con escasa población, lo cual se traduce directamente en pobreza de recursos.
En todo caso, sa Calobra es un polo de atracción irrefrenable integrada en la geografía más amplia de la serra de Tramuntana reconocida como patrimonio de Humanidad por la Unesco. Su imagen dice mucho, de ella misma, de quienes la visitan y de sus gestores. No puede estar de cualquier forma. Mucho menos envuelta en cables.
El consistorio de Escorca, que ya tuvo serios problemas para deshacerse de la basura que el incivismo acumula en sa Calobra, afronta ahora el soterramiento del cableado eléctrico y de comunicaciones del lugar. El Consell y el Consorcio de Alojamientos Turísticos pagarán. Todo sea por la imagen.
