A pesar de estar jubilado, Gabriel Pieras Salom acude regularmente a su despacho de la casa de Cultura donde revisa papeles, estudia viejos libros o legajos, escribe y atiende visitas de investigadores o vecinos interesados en el pasado local. Allí nos recibe para explicarnos su último trabajo histórico.
¿Cuántos libros ha escrito usted hasta el momento?
Llevo escritos veintiún libros, sin contar las participaciones en las obras conjuntas de las dieciocho jornadas de estudios locales; en los cuarenta y cuatro programas de actos del Dijous Bo; en los cuarenta y un programas de las fiestas de Sant Abdó y los miles de artículos de prensa.
Su última obra de investigación se ha plasmado en el libro 'La Construcció del temple de Santa Maria
Realmente empieza en 1977, en el momento en que me hago cargo del archivo parroquial. Los papeles estaban todos amontonados y comienzo la catalogación. Ya en 1978 escribí unos 100 artículos sobre acontecimientos o detalles destacados que aparecían en los papeles del archivo de Santa Maria La Major. Casi sin darme cuenta se fue fraguando el proyecto.
¿Qué aspecto le llamó más la atención?
Los Llibres de l'Obra, el dietario que lleva el párroco de todos los detalles de la construcción. Me apasionó ver desde el día en que el párroco dice que la iglesia primitiva está en mal estado, en 1703, y que se debe construir una nueva, hasta 1838 en que la terminan. Aunque si me permite un apunte quiero explicar que sobre el portal aparece la fecha 1843. Mucha gente puede pensar que es la fecha de finalización. Ese año la iglesia estaba ya terminada pero se agregó un pequeño porche sobre el portal para que las puertas no se mojaran al llover; he ahí la razón de la fecha en la fachada.
¿Ha encontrado muchos detalles?
Lo cierto es que sí. La iglesia siempre ha sido muy meticulosa, muy ordenada y, como no puede ser de otra forma, en los documentos aparece mucha información. Tenemos el día a día de los albañiles, carpinteros, herreros; lo que hacían y lo que cobraban por su trabajo.
¿Le sorprendió esa meticulosidad?
La verdad es que sí. Cabe explicar que los sacerdotes eran de las pocas personas que destacaban en nivel de estudios sobre la gran masa en los siglos XVIII y XIX, pero aún así, el grado de detalle con que recogen todo es asombroso. Tengo que agregar también que he encontrado que las obras se paralizan durante grandes periodos de tiempo y viene recogido.
¿Por qué se producen esos parones?
La razón cabe buscarla en un municipio que por aquel entonces está constituido por una sociedad agraria, básicamente; lejos de los procesos fabriles que se desarrollarán en la segunda mitad del siglo XIX y que desembocarán en una gran población. Inca, en los años en que se comienzan las obras, apenas cuenta con 3.000 habitantes.
¿Están vinculadas las obras de la parroquia con las del convento de Sant Francesc?
No pienso que estén vinculadas, pero sí que coinciden pues en la fachada de la parroquia encontramos la fecha 1789; la misma que aparece en la de Sant Francesc; es decir, que se deduce que se acabaron a la vez.
¿Cuándo decidió plasmar toda la investigación en el libro?
Hace dos años que empecé. Copié centenares de páginas con información de primera mano y empecé a redactar el libro. Consta de tres partes: la primera es el detalle de la descripción de la parroquia que hacen otros autores; la segunda parte es una copia literal del día a día de pagos y cobros; y la tercera parte es un resumen de nombres de cuantos participan en la construcción, materiales, lo que comían. Me ha costado cientos de horas copiar los tres libros de la obra y darles forma.
¿Cómo se financió el templo?
Con limosnas, evidentemente, pero también con actos que se organizaban adrede y en beneficio de las mismas. Por ejemplo, encontramos que se organizan representaciones teatrales cuya recaudación es para pagar obras en la iglesia. También encontramos espectáculos que en aquellos tiempos atraían masas de gente como las corridas de toros. Entonces no había plaza estable y se llevaban a cabo en ruedos formados por carros.
¿Cómo es su libro?
Consta de 300 páginas en las que se pueden ver 32 fotografías. Se han confeccionado 500 ejemplares de los que el día de la presentación ya se vendieron 200. Es el libro del que estoy más contento. Me sentí alagado por las palabras del obispo de Mallorca (Sebastià Taltavull) que, el día de la presentación, lo puso como ejemplo, deseando que otras parroquias también efectuaran ese trabajo de investigar sus orígenes.
¿Sigue acudiendo al archivo parroquial?
No, hace dos años que dejé la labor. Desde entonces es mi hijo, Miquel Pieras, quien se encarga de catalogar los documentos.
Se le ve apasionado por la historia local.
Yo estoy enamorado de nuestra historia. Desde 1983 he llevado el archivo histórico municipal, lo catalogué yo. Lo que lamento es que no tendré vida suficiente para terminar la historia de Inca; hay mucho por contar.
¿Cual es el mejor momento de Inca en la historia?
Para mí el mejor momento parte de 1893, que es cuando aparece la primera prensa local, y llegaría hasta 1993; son cien años en que ser de Inca es un privilegio, después vamos decayendo.
¿Por qué?
No lo sé. Filosóficamente no tengo una explicación. Deja de existir el mundo de los zapateros. Las fábricas van cerrando y la empresa sale al exterior. La cultura se detiene y, poco a poco, todo. Aún así, los inquenses somos muy participativos; lo que ocurre es que la sociedad se ha diversificado mucho. Ha llegado mucha gente de otros lugares y me da la impresión de que nuestra historia ha dejado de interesar tanto como antes.
¿Qué le gustaría hacer?
En 1986 escribí 'Breu Història d'Inca'. Me gustaría rehacerlo. Aumentarla en, posiblemente, dos volúmenes.
