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Entrevista

"No se puede entender la música sin la conexión compositor, intérprete, oyente"

"Es muy difícil ver a Leonard Bernstein dirigir algunas sinfonías de Gustav Mahler y no llorar", sostiene el director de 25 años

Bernat Quetglas posa en su pueblo natal, Maria de la Salut. B. Bergas

Bernat Quetglas es director titular de la Orquestra de Cambra de Mallorca. También dirige la banda Unió Musical Inquera y la Suite Ensemble, primera formación dedicada exclusivamente a la música contemporánea en las Balears. La viola y el piano son los instrumentos utilizados durante su etapa formativa. Sus composiciones han sido estrenadas en auditorios como el del Festival Grafenegg (Austria), Auditorio de Zaragoza o el Auditorio 400 del Museo Reina Sofía de Madrid. Destacan sus obras Idea, finalista del I Concurso FIDAH de Composición; Diàleg, finalista de un concurso de las universidades de Oxford y Bristol y Concert per a orquestra, galardonada en el certamen Ink Still Wet (Austria).

¿Cómo fueron sus primeros contactos con la música?

Desde que nací escuché música, aunque no fuera clásica. A mis padres les gusta y era habitual que la pusieran en casa. A los cuatro años me llevaron a un concierto y a esa misma edad empecé a estudiar violín con Bernat Pomar, a quien le debo mucho.

¿Tiene antecedentes musicales en la familia?

No. Ninguno. Soy el primero de la familia.

¿Cuándo se decidió por la dirección de orquesta?

Todo empezó en el conservatorio. Cuando tenía unos 14 años, el profesor que dirigía la orquesta de cuerdas se tuvo que ausentar de clase y me dijo que continuara el ensayo. La sensación de estar a cargo de algo tan mágico como una orquesta, aunque sea de niños, nunca te deja indiferente. Para algunos es aterrador y para otros, como es mi caso, fue totalmente placentero.

¿Cómo se puede llegar a ser un gran director?

No hay un único camino. Cada uno de los grandes directores que ha habido, y que hay, destacan por cualidades muy diferentes. Algunos por su carisma, otros por su oído, otros por su inventiva, por su humanidad y empatía?

¿Qué obras prefiere dirigir?

Me encuentro en el inicio de mi carrera. Disfruto tanto dirigiendo con el repertorio en el que me siento más cómodo como cuando dirijo obras que suponen un reto. Me gusta arriesgar. Es necesario ser atrevido, aunque sin perder el sentido común.

¿Hay obras más difíciles que otras?

Hay obras muy difíciles técnicamente, que entrañan mucha dificultad en el gesto para que los músicos sigan al director, y otras muy fáciles en ese aspecto pero en las que es necesario trabajar muy bien los ensayos y tener criterio e imaginación musical.

¿Qué es para usted la música?

Entiendo la música como comunicación. Hay sectores del mundo de la música que se empeñan en negarlo, pero yo no puedo entender la música sin la conexión entre compositor, intérprete y oyente. La música no se puede entender sin compartirla.

¿Con qué solistas se ha compenetrado mejor?

De entre todos los buenos solistas con los que he trabajado tengo que destacar al pianista Magí Garcies. Estudiamos juntos en el conservatorio y tenemos una gran amistad.

¿Cuál es compositor que más le gusta dirigir?

Tengo una conexión especial con la música de Beethoven. Supongo que su carácter irreverente y la energía de sus partituras hacen que sienta su música muy cercana. De todos modos, mi carrera está empezando y hay muchos compositores de los que todavía no he dirigido nada. Tengo ganas de Mahler, su música me atrapa.

¿Su director de orquesta preferido?

No hay uno solo. Claudio Abbado por su plasticidad y su personalidad conciliadora, Leonard Bernstein por su carisma y su energía, Carlos Kleiber por su genialidad a veces tan cercana a la locura. Nombro a estos tres igual que podría hablar de muchos otros?

¿Con cuál de ellos se identifica más? ¿Cuál es el que más le ha influido?

Sin que signifique que sea el que más me gusta, probablemente con el que más me identifico es con Bernstein. Su modo de entender la música tanto desde el punto de vista del intérprete como del compositor me admira. Me encanta como conectaba con las orquestas sin necesidad de un gesto técnico impoluto sino desde una conexión de energía completamente mágica. Verle dirigir algunas sinfonías de Mahler y no llorar es muy difícil.

¿Cuál es su opinión sobre la evolución de los compositores de música actual?

Nos encontramos con un panorama muy ecléctico. Todo cabe y todo puede ser combinado. Escuchar un solo de batería en un concierto de violín como el de Salonen es la mejor muestra. En nuestro país quedan facciones de una etapa vanguardista que entendían la música de manera unívoca. Muchas de estas personas ocupan centros de poder importantes y esto, en cierta medida, impide que se visualice una generación de jóvenes compositores modernos y muy abiertos a diversidad de propuestas.

¿Se ha sentido apoyado por la familia?

Sin duda. Son muchas las horas de coche que han hecho para acompañarme hasta el Conservatori de Palma cuando era pequeño o bien ahora esperándome en el aeropuerto.

¿Cuál es el sueño que persigue?

Ser feliz. Para ello la música no puede faltar en mi vida. Muchas veces la ambición nos nubla el que debería ser nuestro objetivo principal en la vida.

¿Cuál es el primer tema que compuso?

Un trío para dos violines y una viola. Bernat Pomar organizó el estreno. Le debo mucho. Otra obra que marcó mi infancia fue Cussa amb llimona, triunfó entre mi familia y amigos. Ahora la escucho y no puedo parar de reír.

¿Qué música se llevaría a una isla desierta?

Los cuartetos de cuerda de Beethoven. En ellos está todo. Puedo escuchar Bach, Mozart, Shostakovich...

¿Son difíciles los estudios de composición y dirección de orquesta?

El estudio de la música en su vertiente más teórica significa comprender un lenguaje abstracto como las matemáticas. No sé si son más fáciles o más difíciles que otros estudios, pero requieren muchísimas horas de dedicación. Se dice que Barenboim solo descansa un día en todo el año?

¿Se pueden cursar sin ayuda por parte de las administraciones?

Como todos los estudios universitarios, son costosos y una ayuda nunca viene mal. Tuve la suerte de estar becado por Sa Nostra, cuando todavía existía. Hay que sumar el coste de los instrumentos, que son caros. En el caso particular de los estudios de dirección, acceder a cursos de formación es muy difícil porque para practicar se necesita orquesta y conseguirlas es muy costoso. Las instituciones suelen priorizar las ayudas a las carreras de ciencias y no a las de humanidades. Nuestra sociedad es muy utilitaria y materialista.

¿Ahora se escucha más música clásica?

Más que hace unos años. Se trabaja mucho desde las formaciones musicales para captar nuevo público y romper el cliché de que la clásica es elitista y aburrida. Queda mucho trabajo por hacer. Cambiar la etiqueta "clásica" por "música de concierto" sería también un buen paso. Interpretamos mucha música del siglo XX y XXI, eso no es clasicismo, aunque la toquemos con instrumentos sin amplificar.

¿Puede contarnos alguna anécdota?

El mundo de los músicos es muy singular y extravagante. Vi un ensayo de Gergiev con la Orquesta del Mavrinsky. Los músicos llegaron tarde y ebrios. Empezaron a sonar sin director, tirándose partituras entre ellos, haciendo chistes. Llegó el director, se tomó un whisky al subir a la tarima, se creó un silencio siberiano y empezaron el ensayo. Al cabo de dos horas esos mismos músicos ofrecieron el concierto más extraordinario al que he asistido nunca.

¿Está de acuerdo con el espectáculo que daban los tres tenores hace unos años?

No me dan repelús los híbridos de música de concierto con música más ligera. No es un producto cultural definitivo, sino estrategias "con gancho" para llegar a más gente. Ahora se hacen muchos conciertos con bandas sonoras de películas. Las salas se llenan. Si de toda esa gente se consigue enganchar a diez personas más para los conciertos serios para mí es ya un éxito.

Aparte de las tres formaciones musicales de las que es director, ¿qué otras orquestas ha dirigido?

He tenido la suerte a través de cursos y concursos dirigir en concierto a orquestas muy buenas como la Tonkünstler Orchester de Austria o la Berlin Sinfonietta. Me lo he pasado muy bien también dirigiendo orquestas jóvenes como la del Conservatori Superior de les Balears o la de la Universidad Alfonso X.

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