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Lletra menuda

Un brindis con aguas turbias

No ha habido agua cristalina para celebrar el treinta aniversario del parque natural de s'Albufera y sumar 418 hectáreas más a las 1.646 ya existentes con demarcación de protección oficial.

No se ha podido presentar un catálogo de logros deslumbrantes al festejar la efemérides. Solo el verbo entusiasta de la presidenta y la formalidad del conseller para enmendar la plana, prometer la reparación del trabajo retrasado y, como siempre, reclamar dinero a Madrid para poder llevarlo a término. En este caso, el de la depuradora de Can Picafort, en el peligroso límite de s'Albufera.

La ampliación del parque natural llega cuando se ha lanzado un SOS internacional reclamando supervisión técnica cualificada y exigiendo el cumplimiento de los protocolos de conservación. Parece un contrasentido. Ha sido un brindis con aguas turbias edulcorado entre sonrisas y protocolos. El reconocimiento a trabajadores y voluntarios deja constancia de que la protección ha sido cuestión de vocación y entrega personal antes que amparo institucional.

Treinta años de parque natural dejan patente que importa mucho más la intensidad y la eficacia en la salvaguarda del patrimonio natural que el mero formalismo de una declaración. En todo caso, es una buena oportunidad para recuperar con urgencia el tiempo entregado a las especies invasoras. También para blindar Son Bosc para siempre y reparar o ampliar depuradoras obsoletas.

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