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Entrevista

Joan Reinoso: "Cuando me dijeron que un rayo me había alcanzado no me lo podía creer"

"Es más probable que te toque el euromillón, y aún no entiendo cómo no me tocó"

Joan Reinoso posa con su bicicleta. s. campins

P ¿Qué sucedió ese día?

R Una semana antes del accidente me propusieron colaborar como ayudante de barquero en una competición. No me lo pensé dos vecesigual que tampoco pensé en mirar la previsión del tiempo. La imprudencia de todos fue que quisimos salir a pesar de que la meteorología jugaba en contra, pero claro, piensas que no pasará nada hasta que pasa. No me acuerdo mucho de ese día yo estaba encima de la barca, tenía la mano izquierda apoyada en un arco de acero inoxidable y con muy mala suerte un rayo colisionó directamente con el acero, de ahí entró por el brazo izquierdo y salió por mi cerebro. A partir de este momento solpo puedo contar lo que contaron€ El rayo fulminó toda la electrónica del barco, yo estaba tirado inconsciente en el suelo. Me desperté y ya estaba en la UCI de Son Espases.

P ¿Qué es lo primero que recuerda?

R De ese día no me acuerdo de mucho más. Me desperté en Son Espases al cabo de 28 días en coma, no sentía dolor ya que estaba en coma inducido para que no sufriera. Además, estaba debajo de un chorro de aire congelado y me moría de frío. Los médicos me dijeron que cuando el cerebro está en condiciones de extremo frío hace que tu corazón bombee más lento y así no se fatiga tanto el cuerpo. Me desperté y no podía mover nada más que los ojos y la lengua. Cuando los médicos me comentaron que me había dado un rayo no me lo podía creer, siempre había visto en las películas que a quien le pasa esto no lo cuenta. Cuando me vi el brazo escayolado por la quemadura, ya fui consciente de ello. Me costó asimilarlo y cuando me bajaron a planta estaba hecho polvo, no sabía hablar, no me podía mover y empecé mi recuperación desde cero.

P Tuvo que empezar a hablar y caminar desde cero...

R Pienso que en ese momento tenía un físico muy fuerte, y eso me ayudó. Tuve una parada cardíaca de ocho minutos, estoy vivo de milagro. Estuve ocho semanas ingresado en Son Espases y luego me trasladaron a Sant Joan de Déu, donde empezó toda mi recuperación. He tenido que aprender a hablar desde cero. Marta Puig fue mi logopeda y una pieza clave. Las primeras sesiones fueron muy duras, solo me hacían preguntas en las que la respuesta era sí o no, si era sí movía la lengua dos veces y si era no solo una. No pronunciaba ni mi nombre porque no podía vocalizar nada. Marta me entendía y no sé ni cómo. Al principio la situación me parecía graciosa pero luego ya no. Cuando ves que no puedes hablar te crea muchísima impotencia. También me afectó a la vista, veía muy poco y a una distancia muy corta. Mi madre y el resto de mi familia me pedían que no perdiera la fe en mi recuperación y lo hice más por ellos que por mí. Yo hubiera tirado la toalla a la primera de cambio. Pero con todo lo que habían luchado tenía la obligación de hacerlo. Me repetía muchas veces: "Hazlo por ellos".

P ¿Cómo fue el proceso de recuperación?

R Cuando llegué a Son Espases no habían tenido ningún caso como el mío, y claro, me trataron de conejito de indias, no sabían muy bien cómo me iban a ir los tratamientos, pero por suerte mi cuerpo lo asimilaba. Físicamente también empecé de cero, cuando salí de Son Espases había adelgazado 25 kilos. No caminaba. Me sentaban en una silla y caía hacia cualquier lado porque no aguantaba el tronco. Empezamos con el nivel básico, en los entrenamientos me subían encima de una bicicleta que movía los pedales con un motor. El motor me estimulaba las piernas para que empezaran a moverse, al principio crees que son tonterías que no sirven de nada pero cuando ves que, aunque sea de forma muy lenta, te vas recuperando, sigues adelante. Me hacía un pa amb oli y me lo tenían que preparar todo pero finalmente aprendí por mi mismo. Luego empecé con terapias dentro del agua, ahí no hay gravedad y eso me permitía mover las extremidades con más fuerza. Y así durante medio año. Los médicos se convirtieron en mi familia. Siempre piensas por qué me ha tocado a mí. Es más probable que te toque el euromillón que un rayo, y aún no entiendo cómo no me tocó lo primero.

P Su caso dio la vuelta al mundo...

R Cuando desperté y vi la repercusión de mi accidente, no podía creérmelo. Había salido en prensa, televisiones, se había creado un Facebook de apoyo, tenía miles de mensajes y no conocía ni a la mitad de gente que me escribía, siempre estaré agradecido por ello. Y respecto al documental, se ofrecieron voluntariamente a grabar mi historia y mi recuperación, no me implicaba ningún esfuerzo ya que grababan mi día a día. Gracias a ello he podido ver mis avances y pude servirle de ejemplo a cualquier persona.

P Y ahora ya es bronce en el Mundial de Sudáfrica.

R Mi tío tiene la culpa, hice el Iroman y eso me dio empuje, pensé que si había hecho la parte de agua, otro día podría hacer agua y bici y luego agua, bici y correr. Cuando lo comenté a mi entrenador me dijo que primero debía aprender a caminar y montar en bici. Me informé en internet y me compré una bicicleta de tres ruedas, la más barata que había ya que no sabía si me gustaría. Cuando me subí y sentí el aire en la cara y la sensación de libertad tuve claro que había encontrado lo mío. Las primeras semanas no entrenaba sino que daba vueltas. Me presenté a la Copa de España en Torremolinos más que nada para ver el mundillo. La gente que tenía experiencia vio potencial en mí y no me lo podía creer ya que no había cogido una bici en mi vida€ Volví con muchas ganas, me puse a dieta, empecé con mi entrenador Toni Tauler, con el que tengo contacto a diario, mejoré mis registros y luego fui a una preselección para entrar en la selección española. En la primera prueba caí de la bici y en la segunda hice podio y ahí me seleccionaron. Finalmente el seleccionador me preguntó si me veía capacitado para ir al mundial de Sudáfrica y no me lo pensé dos veces. Estuve ahí durante diez días y quedé tercero.

P ¿Cómo afronta el futuro?

R Sigo entrenando mucho, mi idea es competir en la próxima Copa del Mundo en Bélgica. Mis registros actuales me dicen que voy por buen camino, entreno de dos a tres horas diarias y recorro unos cincuenta kilómetros, me planeo los entrenamientos y me baso en eso. Mi vida normal se ha reducido, entreno mucho y salgo menos, pero porque tengo una responsabilidad con mi trabajo.

P Hay una anécdota que no podemos pasar por alto...

R Cuando tenía 20 años quise tatuarme. No sabía ni qué quería, solo que fuera algo pequeño. Me decidí por tatuarme dos dados y en cada cara quería ponerme algo significativo, un dado quise que estuviera relacionado con la suerte, y el otro con el mar y la pesca. En el primer dado me tatué un ancla, un pez y una ola pero la ola era tan pequeña que no se podía tatuar y decidí tatuarme un relámpago pegado a un trébol de la suerte. Cuando estuve en coma y las enfermeras me lo vieron quedaron en shock. No sé si fue coincidencia. Si fuera ahora me tatuaría un billete de quinientos euros para ver si también me toca.

P ¿Cómo lo vivió su familia?

R Mi familia no se derrumbó nunca delante de mí pero sé que detrás tuvieron momentos muy malos. No me da miedo nada, solo cuando hay tormenta, le tengo entre pavor y rabia pero no puedo luchar contra eso. Al principio lo llevaba fatal, pero es algo que tengo que aceptar. Cuando no tenía nada que hacer me comía mucho la cabeza. Desde Son Espases me ofrecieron una psicóloga pero prescindí de ella porque la mejor terapia es la familia y los amigos. Mi tío, aparte de tío ha sido psicólogo, médico y amigo, una pieza clave en mi recuperación. Aunque las pautas me las dieran los médicos, mi familia ha sido un gran apoyo.

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